miércoles, 9 de octubre de 2013

Todos deseamos volver a besar los senos



 
Las mujeres reprimen tan eficazmente su deseo de besar los senos de otra mujer, que aseguran no desearlo.

Este artículo fue inspirado por varias muestras de estupefacción en mujeres que no pueden entender por qué es normal que ellas (yo diría: todas), desearían besar los senos de algunas mujeres, sin por ello ser declaradamente lesbianas ni abandonar una vida heterosexual satisfactoria.

Según el psicoanálisis, aprendemos a amar con nuestra madre, en la primera relación con ella, especialmente durante la lactancia y en los cuidados que prodigan mayoritariamente mujeres a los recién nacidos.

Por eso, varones y mujeres, aprendemos a amar cuando alguien nos resuelve las peripecias iniciales y aprendemos a amar a la persona que generalmente se encarga de ayudarnos, alimentarnos, calmarnos, acariciarnos.

De una manera bien esquemática, es posible decir que el sentimiento de «amor» no es otra cosa que la reacción que tenemos hacia quien nos sirve, nos ayuda y, por todo esto, necesitamos.

Dicho de otro modo, amar es necesitar; cuando alguien le dice a otro «te amo», le está diciendo «te necesito», por más que la cultura se esfuerza por idealizar este sentimiento que, en el fondo, es utilitario, egoísta, muy concreto.

Para ambos sexos, aquellas primeras experiencias fundaron nuestras preferencias y, como es natural, hombres y mujeres deseamos reeditar la experiencia de besar, acariciar, tocar los senos de algunas mujeres.

Lamentablemente, la mentalidad represora que tanto restringe los deseos naturales de las mujeres, les tiene prohibido ese placer y ellas lo han asumido con tal rigor que en la adultez lo reprimen ferozmente. Por esto no pueden creer que sea normal besar los senos de otras mujeres: no es porque no lo desean sino porque lo tienen prohibido, pero no saben que les fue prohibido, creen que sinceramente no lo desean, aunque inconscientemente lo desean.

(Este es el Artículo Nº 2.044)

No hay comentarios.: