jueves, 24 de octubre de 2013

Una ventaja de enfermar

  
Las frustraciones nos ayudan a vivir, quizá somos longevos porque a menudo nos enfermarnos y sin ambas condiciones viviríamos mal.

Alguien ha dicho que el ser humano es un animal enfermo. Quizá no sería tan exagerado decir que el ser humano es un animal un poco más enfermo que los demás.

Me parece que algo estamos haciendo bien porque, si bien adolecemos de múltiples deficiencias, vulnerabilidades, accidentes, somos una de las especies más longevas.

Claro que no podemos compararnos con el ser vivo más longevo, al que se le calcula una edad de 100.000 (leyó bien: cien mil años). La Posidonia oceánica (1), es un vegetal que se extiende en el fondo de Mar Mediterráneo y que ocupa grandes extensiones.

También perdemos en expectativa de vida con varios árboles, pero los humanos, enfermizos y todo, sobrevivimos a casi todos los animales que nos rodean (perros, gatos, pájaros, peces, vacunos, equinos).

Estas reflexiones rodean a un tema que vengo comentándoles estos últimos tiempos (2) y que refiere a la necesidad que tenemos de padecer algo de insatisfacción, algo de frustración, para que nuestros deseos y necesidades nunca se agoten totalmente.

No debería extrañarnos que nuestra predisposición a enfermarnos esté asociada a esa longevidad que nos ubica entre los animales más duraderos.

En otra palabras: somos animales muy enfermos pero también somos animales que vivimos más años que otros más sanos.

Es razonable establecer una relación de causalidad entre una y otra característica, es decir: vivimos muchos años porque tenemos una mala salud.

Podría pensarse que si fuera cierto que nos conviene quedar un poco insatisfechos y un poco frustrados con la satisfacción de nuestras necesidades y deseos, las enfermedades son una fuente inagotable de insatisfacciones y frustraciones.

En suma: quizá somos longevos porque estamos muy expuestos a enfermarnos y esto es bueno.




(Este es el Artículo Nº 2.059)


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