Cuando el varón asume su rol de ‘auxiliar
colaborador de la mujer’, se vuelve necesario y, para retenerlo, da resultado
concederle poder.
En varias ocasiones les he
comentado que, los humanos, en tanto somos una especie mamífera, organiza su
única misión, (conservar a la especie y al individuo), tomando como actriz
principal a la mujer, pues es ella la que, cuando está ovulando, elige (1) a un
varón para que la fecunde y sea el padre de sus hijos.
Si podemos aceptar esto y
dejar de lado la tradicional creencia, según la cual es el varón el que
conquista a la mujer que más le gusta, la seduce con sus encantos y se casa con
ella cuando se le antoja, también podremos plantearnos otros puntos de vista.
Por ejemplo, podremos decir
que las familias son fundadas, (creadas, instituidas, instauradas), por una
mujer.
La situación se parece a un
capitalista que invierte su dinero para fundar una empresa, pero que delega la
conducción y administración de la misma a un gerente.
¿Por qué la mujer funda una
familia pero luego es el varón quien parece gobernar?
Creo conocer dos motivos
importantes. No descarto que existan otros.
Uno de los motivos, es que la
mujer tiene un cuerpo que la obliga a encargarse del 90%, (porcentaje
estimado), de la única misión que tenemos como especie, esto es, la función
reproductiva que nos permite conservarla.
El segundo motivo es más
sutil, pero no menos importante: la presencia del varón en una familia puede o
no ser necesaria. Él, después de fecundar a la futura mamá se convierte en
prescindible. Nada muy grave ocurre si él desaparece.
Sin embargo, cuando el varón
realmente asume su rol de ‘auxiliar colaborador de la mujer’, se vuelve muy
necesario y, para retenerlo, estimularlo, gratificarlo, da resultado concederle
poder.
(Este es el Artículo Nº 2.043)
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