sábado, 1 de mayo de 2010

Juntos, somos peligrosos

Gustave Le Bon (1841 - 1931) fue un psicólogo social francés, que tuvo gran influencia en su época y luego cayó en el olvido.

Lo que aún se recuerda, es el llamado principio de Le Bon según el cual, el comportamiento de los grupos, no es el equivalente a la media (promedio) de los individuos que los componen, sino que se aproxima a la conducta del integrante más radical (extremista, exaltado, fanático).

En un artículo titulado La soledad aburre, les comentaba algo sobre el manejo defensivo. Ahí decía que el conductor de un vehículo suele padecer un deterioro en su destreza, si va acompañado por otras personas.

Somos animales gregarios porque nos juntamos, nos acompañamos, vivimos en colectividades, en grupos.

El miedo es un sentimiento muy poderoso que está al servicio del instinto de conservación aunque algunas veces, puede perjudicarnos.

Cuando actuamos solos, el miedo a lo que pueda pasarnos es máximo. Si estamos acompañados, ese temor disminuye y, no solamente dejamos de sufrirlo, sino que además podemos ser más activos, emprendedores, audaces, arriesgados.

Si retomamos el principio de Le Bon, lo que buscamos en la compañía de otras personas, es poder actuar como el más audaz de sus integrantes.

Habrán notado que ese personaje que aporta mayor temeridad, suele ser alguien que pretende llamar la atención y por eso actúa arriesgando más de lo que acostumbra.

La psicología de los grupos incluye un componente de omnipotencia que contamina a sus integrantes. Juntos se sienten invencibles.

También es característica la sensación de impunidad. Entre todos sienten que la ley ya no los alcanza, que están liberados de las obligaciones ciudadanas, como si hubieran creado un mundo aparte.

Finalmente, cuando la reunión se termina, son infaltables las propuestas de repetir la experiencia, es decir, repetir la ilusión grupal.

Artículos vinculados:

La pandilla productiva

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11 comentarios:

Oriente dijo...

Creo que los grupos cumplen con el principio de Le Bon, cuando están en momentos de acción. Otro es el comportamiento en los momentos de reposo y reflexión. En estos últimos, los grupos tienden a tomar decisiones moderadas.

Santino dijo...

Frecuentemente el líder no es el que más llama la atención en un grupo, sino el que toma las riendas del mismo.

Natalia dijo...

Los integrantes de una patota, cuando están solos son cobardes.

Eloísa dijo...

La pareja es un pequeño grupo, en el que también pueden fortalecerse uno al otro antes las dificultades o los emprendimientos.

Constancio dijo...

Ya lo decía Martín Fierrro: los hermanos sean unidos, esa es la ley primera.

Máximo dijo...

Las comunidades hippies creaban un mundo aparte en un ambiente de paz, de no confrontación con el resto de la sociedad. Su actitud era de aislamiento.
Las pandillas, por el contrario, no rechazan los principios de la cultura dominante. Son expulsados por una sociedad de la que ellos desean formar parte. Quedar afuera los conduce a tomar métodos violentos para incorporarse a esa sociedad; aunque eso se logre a partir la violación de sus normas de convivencia.

Alicia dijo...

Me parece que "la paz" que pregonaban los hippies, era en realidad el resultado de un hondo desprecio. No intentaban cambiar la sociedad, sino vivir su vida, de espaldas al "mundo corrupto".

Lidia dijo...

Simpre hubo y habrán grupos más débiles que otros. Los fuertes también forman grupos, asociaciones. Para mantener el equilibrio posible, parece ser necesario ese desequilibrio de fuerzas. Estoy pensando, por ejemplo, en la cadena alimenticia.
La única especie que afecta ese equilibrio natural es la especie humana. A veces para bien (protección de los más débiles) y otras de manera perjudicial (contaminación del medio ambiente).

Emiliano dijo...

Nuestro deseo de independizarnos del grupo, nos ha llevado a imaginar súper-héroes, que actúan solos y son invencibles. En ese sentido "Los 4 fantásticos" son una excepción más realista.

Hamlet dijo...

El miedo me dice que no haga lo que debería hacer, pero si hago lo que debería, con el miedo a cuestas, es probable que lo hecho salga mal y luego me arrepienta.

Rosa L. dijo...

Los radicales pretenden un cambio de raíz y pocas veces se percatan de que eso equivaldría a cortar las raíces de la mayoría... mal que me pese.