lunes, 31 de mayo de 2010

El dogma del dualismo cartesiano

Es muy probable que la psiquis sea tan orgánica como cualquier otra parte de nuestro cuerpo.

Lo cierto es que la ciencia biológica, no ha encontrado aún esa parte anatómica encargada de las funciones psíquicas (sentimientos, ideas, razonamiento).

Ante la ignorancia de nuestra ciencia, continuamos adhiriendo a la hipótesis de René Descartes (1596-1650) (imagen), según la cual, el ser humano está compuesto de dos partes: una tangible y otra intangible (1).

Lo que le valió un reconocimiento que aún perdura, fue proponer que una parte nuestra (la intangible, la mente, la psiquis, el espíritu) es inmortal.

Tenemos la costumbre de crear mitos, leyendas, personajes, héroes.

Nuestra mente necesita concentrarse en una figura visible para poder funcionar.

Esta particularidad es la metonimia, con la cual condensamos en un aspecto aislado, un conjunto de características que, por lo abundantes y diversas, serían difícilmente manejables.

Me explico mejor:

El instinto de conservación:

— nos provee del temor a la muerte,
— hace que nos angustien mucho las pérdidas,
— nos induce la amargura por los deterioros del envejecimiento,
— alienta nuestra curiosidad sobre para qué nacemos, de dónde venimos y cómo continuará nuestra vida después de la muerte.

Las respuestas y reacciones a estas provocaciones que recibimos del valioso instinto de conservación, son las más convincentes que podemos encontrar, las que mejor se adaptan a nuestras exigencias, las más satisfactorias en todo sentido.

Las religiones nos daban argumentos (soluciones, respuestas) excesivamente mágicos (Dios, milagros, Biblia, mística, rezos, rituales).

René Descartes tuvo la habilidad (o suerte, o acierto) de proponer un argumento que le da un apoyo racional a todas esas creencias tan poco serias e infantiles.

Él encontró una idea (tenemos un cuerpo mortal y una mente inmortal), que parece científica, alienta nuestra esperanza y nos tranquiliza, aunque también sea un dogma indemostrable.

(1) Pienso, luego ... sigo pensando

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12 comentarios:

Rosana dijo...

Pensaba que las funciones psíquicas correspondían a la actividad cerebral.

Raúl dijo...

Descartes decretó inexistentes a todos los seres que no piensan.

Evaristo dijo...

Lo que llamamos grande o pequeño es relativo a nuestro tamaño. En cuanto a dimensiones, de la misma forma que con respecto al espacio, podemos plantearnos la noción de infinito. Desde ese punto de vista lo existente sobrepasa la barrera de nuestros sentidos y de los aparatos que hemos inventado para mejorarlos.

Ingrid dijo...

El instinto de conservación nos induce a buscar la fecha de vencimiento. Es una tranquilidad encontrarla, al menos, en los productos que industrializamos.

Catalina dijo...

Quizás el instinto de conservación también determine nuestra idea de lo que es bello. Por ej, considerar que la belleza del cuerpo se corresponde a su juventud y no a su vejez, puede apoyarse en el natural rechazo que sentimos al hecho de acercarnos a la muerte.

Roque dijo...

En el diccionario dice que intangible es lo que no puede o no debe tocarse. Para muchos católicos Dios y el cuerpo erógeno, son intangibles.

Evangelina dijo...

La fe tiene una apoyatura en la experiencia. No pasa por lo racional.

Mirta dijo...

El instinto de conservación es muy fuerte, sin embargo son muchas las personas que van a la guerra, que se inmolan, se suicidan, sufren accidentes que no parecen casuales.

Ernesto dijo...

Lo intangible en general se corresponde a lo invisible, lo inodoro, inaudible, lo insípido. Nuestro razonamiento, nuestra imaginación, no puede despegarse de lo que somos capaces de concebir de acuerdo a como vivenciamos el mundo que nos rodea.

Marcia dijo...

Quizás un padre demasiado severo dificulte la interiorización de las normas.

Clark Kent dijo...

Nuestros límites son bien concretos pero somos capaces de vivir la ilusión de pulverizarlos.

CHECHU dijo...

LA DISCIPLINA ES PARA MILICOS