domingo, 23 de mayo de 2010

La sensibilidad en el ring

Estanislao fue un niño que sufrió mucho.

Doña Casilda lo había hecho fecundar por un hermoso señor que lucía un perfume embriagador, aunque en realidad era ella quien había tomado varios vasos de sidra.

Este aromático varón y cumplidas siete menstruaciones en su vida, la alentaron a respetar la tradición familiar de convertirse en mujer, es decir, en madre.

Su embarazo provocó el inmediato despido de la casa donde hacía tareas de limpieza y de ahí en más, la acompañaron la pobreza, las dificultades y Estanislao.

Quienes aliviaron tantas penurias fueron Dios y Jesús.

Don Perfume lo proveyó genéticamente de un cuerpo enorme, que luego también se mostró apto para resistir altas dosis de dolor.

El Reverendo Jeremías (habitual concurrente al convento de monjas donde se alojaban Estanislao y doña Casilda), dictaminó que lo mejor para él sería el boxeo.

Con sólo 16 años ganó su primera pelea cuando tres muchachones aludieron indecorosamente a la moral de su mamá.

Una pizca de suerte lo llevó a un club donde se lo disputaron los entrenadores de básquetbol, de voleibol y de natación, pero el Padre Jeremías había sido convincente.

Buscó y encontró dónde practicar boxeo y la inescrupulosidad de un empresario lo llevó a pelear con menos de 18 años, ante un público exigente y despiadado, que alentaba masacres, destrozos, fracturas, fileteados, pulverizaciones.

El debut fue increíble por la fiereza de Estanislao. Los boxeadores quedaban atontados con los primeros golpes.

Después se supo que la profunda religiosidad lo hacía pedir disculpas con mucho sentimiento, al punto de distraerlos con la conversación lastimera posterior a cada trompada sobrenatural.

Al principio, esta conducta se justificaba como «la extravagancia de un superdotado», pero la Federación de Boxeo comenzó a inquietarse cuando, además de pedir disculpas, besaba con desmesurada devoción las heridas que provocaba en el rostro de los oponentes.

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16 comentarios:

Leticia dijo...

Me gustó mucho el cuento doc!
Lo del perfume embriagador y las copas de sidra, me hizo reír a carcajadas.

Vitto dijo...

Siempre, antes de dar un golpe, hay que rezarle al Señor.

Martina dijo...

El boxeo es uno de esos deportes difíciles de comprender.

Tato dijo...

A Estanislao lo llamaban socarronamente "el besuqueiro".

el profeta dijo...

Cuando la vida te agarra a trompadas, lo mejor es saber boxear.

Ciro dijo...

El Reverendo Jeremías empezó comprando el amor de Doña Casilda y luego siguió con los puños de Estanislao.

Sarita dijo...

Vio que no es tan descabellado suponer que el perfume hace milagros en la masculinidad.

Jacinta dijo...

Sólo se necesita una pizca de suerte para salir de la pobreza.

Pelele dijo...

Si hubiera agarrado para el lado del fútbol, tanta religión no habría sido necesaria.

Yenifer dijo...

Estanislao debutó conmigo, y también fue fiero!

Evangelina dijo...

A cada trompada sobrenatural, surgía el amor que Dios había cultivado en su corazón.

René dijo...

Los contrincantes se dejaban besar porque aseguraban que su saliva tenía poderes curativos.

Dolores Masoch dijo...

Mi cuerpo necesita recibir altas dosis de dolor.

Mirna dijo...

Entre la pobreza y las dificultades, Estanislao era el único hombre capaz de tener una actitud más digna que la de Don Perfume.

un científico dijo...

Casualmente estamos trabajando genéticamente con el objetivo de dotar al cuerpo humano de excelentes aptitudes para resistir altas dosis de dolor.

Clara dijo...

Volveré a utilizar mi perfume predilecto, caiga quien caiga.