Hace unos días ronda mi cabeza una idea que hoy expongo a sus comentarios.
Simplificadamente, los humanos tenemos tres necesidades básicas:
1º) Comida;
2º) Abrigo;
3º) Amor.
En los hechos, todas son individuales, personales e intransferibles.
Con nuestro afán de clasificar, podemos decir que las dos primeras son necesidades materiales y que la tercera es una necesidad inmaterial.
Pero hay una clasificación diferente que no es tan académica como la anterior.
Esta otra clasificación se expresa en los hechos con el tratamiento que reciben una y otra pobreza.
La ciencia, la política y los medios de comunicación han dividido a la humanidad en dos grupos: los que tienen comida y abrigo suficientes y los que padecen carencias (pobres e indigentes).
La ciencia, la política y los medios de comunicación se dedican a buscar soluciones para los carenciados.
Con el Amor, la situación es diferente. Su carencia está agravada porque la soledad que la caracteriza, sólo es tenida en cuenta por el arte (literatura y filmografía) que la utiliza como tema de sus creaciones, pero que no la ayuda como hacen los otros agentes preocupados por las carencias materiales.
Los pobres de amor padecen soledad, abandono, frustración, y en vez de ser apoyados, son utilizados como tema de entretenimiento.
Es una pobreza que en los adultos provoca vergüenza y eso los lleva a negar el problema, a disimularlo mostrándose como que viven en soledad por opción, aferrándose a las mascotas (animales o vegetales), cuya ambigüedad en la comunicación (mirar, mover la cola, frotarse), admite cualquier interpretación («me ama», «soy alguien para él»,«es mejor que un humano»).
Otra reacción inducida por la vergüenza que provoca la escasez de afecto recibido, es la de mostrarse indiferente y hasta irritado con quienes desean aproximarse afectivamente.
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12 comentarios:
Ocurre que los pobres son ricos en amor, y los ricos en bienes lo son en amor.
Ese comentario llegado desde el anonimato me dejó pasmada. Parece que todo el mundo es rico en amor. Será el amor de Dios? Bueno, esto se lo dejo a Evangelina, sin duda le va a provocar una enorme satisfacción leerlo.
Lo que sucede es que erróneamente pensamos que el amor lo puede conseguir cualquiera; que pueden haber dificultades para conseguir trabajo, pero que el amor está a la vuelta de la esquina y surge en el momento menos pensado. Además muchos opinan que se puede vivir sin amor. Podemos vivir sin el amor de pareja, o sin el amor de los hijos, sin el amor de la suegra, sin el amor del vecino o el de los hinchas del otro cuadro. Claro que se puede! Pero algún tipo de amor (en el sentido más amplio de la palabra) tenemos que recibir. Por eso nos unimos a grupos que tienen intereses en común como los buscadores de ovnis o la asociación de panaderos. O nos hacemos socios de un club de fútbol, o volcamos en nuestra casa todo el amor y dedicación, la construímos de acuerdo a los principios del fenshui y la decoramos con un moderno estilo minimalista. O nos compramos el auto de nuestros sueños y lo lustramos todos los días, etc, etc. El amor que puede inspirar en nosotros una mascota y el que recibimos o creemos recibir de ellas no es nada desechable, hasta dicen que le alarga la vida a los ancianos, o mejora la calidad de vida de los reclusos (en conclusión hay que estar bastante mal para que las mascotas obren milagros en nosotros).
Pues si, en condiciones normales, siempre buscamos algún tipo de amor.
El miedo al amor -así como ud dice- difícilmete se confieza o se hace consciente. Generalmente lo padecen quienes han tenido una decepción amorosa vivida con un altísimo grado de frustración.
Los más pobres en amor son los viejos. Ellos han perdido a la mayoría de las personas que les fueron significativas. Han perdido el lugar en donde nacieron o desarrollaron la mayor parte de su vida(porque este ha cambiado tanto que se vuelve casi irreconocible). Perdieron su trabajo. Perdieron buena parte de sus ingresos. Su capacidad física e intelectual se ha visto disminuída. Dejaron de utilizar los artefactos que formaban parte de su vida cotidiana y han tenido que adaptarse dificultosamente a otros muy distintos, que por otra parte cambian más rápido de lo que ellos son capaces de asimilar.
Por lo tanto para ser viejo y sentire amado y bien acogido en el mundo, hay que enamorarse de la vida, tener una enorme curiosidad, una autoestima muy alta, un gran sentido del humor, disponibilidad para crear nuevos vínculos significativos, y, mucha, mucha paciencia hacia los jóvenes que los desprecian a causa de su estúpida arrogancia.
Quizás los viejos del futuro encuentren algo de amor y compañía virtual a través de las redes sociales del ciberespacio. No es nada nuevo, en esencia. Hoy buscan compañía y hasta hacen amigos de los que sólo conocen su voz, a través de programas radiales que habitualmente se emiten en la madrugada.
Conozco un poeta que ha desarrollado los temas de la soledad y el desamor a lo largo de toda su obra. 35 libros no le han alcanzado para palearlos aunque sea un poco. Ni siquiera le piden autógrafos y además, como es sabido, cada vez se venden menos libros de poesía.
Parece ser que entre los adolescentes no hay término medio: algunos están rodeados de amigos, saben divertirse, no tienen mayores problemas con los adultos. En otros sucede todo lo contrario, y algunos terminan suicidándose.
Mi tía Elvira ama tanto las plantas que les habla, les pone música, las vive cambiando de maceta para airearles la tierra, utiliza abonos, enraizadores y abrillantadores para las hojas. Está bien, es su vida y eso la deja contenta.
Lo que de verdad no me banco, es que cuando voy a visitarla tenga que servirme el café esquivando al filodendro, pararme de la silla sin darme con el helecho que cuelga justo sobre mi lado de la mesa, caminar por el patio sin pisar las violetas (que dicho sea de paso hay que descubrirlas con microscopio)y lo que es peor, acostumbrarme a conversar con ella mirando siempre su regadera.
A mí me dan vergüenza ajena las demostraciones de amor en público. El amor es un asunto privado. Algunos, porque se desnudan en la playa, creen por asociación directa, que pueden desnudar su amor bajo las olas o de forma aún más descarada sobre el arena.
No piensen que soy una vieja agria. Igual prefiero eso a los lengüetazos de mi perra.
Las "samaritanas del amor" son las únicas profesionales que hacen algo concreto por disminuir esa soledad; aunque ese no sea su objetivo y aunque lo logren pocas veces.
Parece que dinero y amor no se llevan bien.
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