viernes, 28 de mayo de 2010

Los aturdidores silencios de la fantasía

En un artículo publicado hace poco (1) les comentaba que cuando nuestros sentidos reciben algún estímulo muy fuerte (encandilamiento, aturdimiento), pierden sensibilidad, agudeza.

En ese artículo también agregaba que eso no solamente ocurre a nivel de los sentidos, sino también en las funciones psíquicas. Podemos ignorar características positivas de una persona, un grupo, una situación, porque un rasgo demasiado negativo eclipsa todos los demás.

Pondré otro ejemplo bien diferente.

Si le preguntamos a alguien por qué no confesaría un crimen, el argumento encandilante sería «para evitar la condena».

Sin embargo, no es el único. Más aún, quizá no sea el más determinante del ocultamiento.

La literatura de divulgación científica del psicoanálisis alude frecuentemente a que detrás de todo crimen hay un parricidio.

Usando otras palabras: los criminales siempre matan (imaginariamente) a su propio padre.

Esta afirmación se explica porque el psicoanálisis afirma que es la figura paterna la que nos priva del amor de nuestra madre, cuando aún somos muy pequeños.

Es también esa figura paterna la que nos da ordenes, la que nos sanciona, la que nos impone las normas de convivencia.

El odio que nos inspira ese personaje nefasto para nuestra vida emocional, justifica plenamente las fantasías parricidas.

Lamentablemente, algunas personas no se conforman con las fantasías y pasan a los hechos.

Corresponde aclarar que la figura paterna en psicoanálisis no es necesariamente el padre biológico o por adopción, sino que es aquel personaje (hombre o mujer) con autoridad para darnos órdenes, prohibirnos conductas, frustrarnos deseos.

Confesar un crimen, no solamente acarrea el juicio, condena y castigo de la justicia, sino que además, el criminal puede entrar en un mundo tan real que le haga perder la fantasía de haberse vengado.

Por eso: El motivo para ocultarse es preservar una fantasía.


(1) Podemos tapar el dedo con el sol

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10 comentarios:

Sandra39 dijo...

Sus artículos más y más interesantes mister doc.
Y la verdad que para los que no estamos familiarizados con el psicoanálisis, todo nos parece cada vez más loco.

Damián dijo...

A veces dejar de conformarse con las fantasías es muy importante. Es lo que nos lleva a debutar como masculinos, por ej.

Paula dijo...

Me encanta la foto que puso hoy.
Pasando al contenido del artículo, me quedé pensando que los asesinos seriales de prostitutas ven en la figura paterna (que en este caso podría estar representada por la madre) a alguien que los ilusionó con la posibilidad de concretar el incesto y luego se retiró haciéndose la distraída.

Eloísa dijo...

Vio la película esa en la que la acusada se liga cadena perpetua por no confezar que no sabía leer y escribir.
Las causas profundas de los seres humanos son disparatadas si las analizamos con el sentido común. Por eso, como ud dice, palabras más palabras menos, el sentido común no sirve para nada.

Sonia dijo...

La directora de la escuela a la que va mi hija me dijo que ella era grosera, sólo porque una vez gritó en el recreo "chupame el culo!". Eso fue sólo un exabrupto; esta mujer no es capaz de ver lo tierna y dulce que es mi hijita.

Mirna dijo...

"La literatura de divulgación científica del psicoanálisis", JA, JA! Usted sí que es ocurrente, doc.

Martín dijo...

Ahora me siento menos culpable por todas las veces que fantaseé con matar a mis padres.
Espero conformarme con eso.

el oriental dijo...

Mis fantasías parricidas pasan por un buen azado a la parrilla.

Jacques dijo...

El mundo sería otro si en lugar de sancionar a nuestros hijos para educarlos, sólo premíaramos sus aciertos. Como hacen cuando entrenan a los delfines.

Eduardo dijo...

Por lo que ud dice es muy importante que los niños criados en hogares sustitutos, estén a cargo de cuidadores que puedan equilibrar con calidez y cariño el odio que seguramente provocaron los padres biológicos que los abandonaron. Lo mismo corre para los hijos adoptivos que viven en una familia.