miércoles, 12 de mayo de 2010

«¡Me gustas tanto que te comería!»

Estamos casi todos de acuerdo en que la sonrisa es un fuerte atractivo en la expresión facial de las personas.

Las imágenes muestras las sonrisas de Julia Roberts y de Tom Cruise.

Fueron elegidas porque sus caras se ajustan a las preferencias estéticas de una mayoría de occidentales.

Recurrentemente repito ciertas cosas porque me parece que están en el centro de nuestra psiquis.

Una de ellas es que los humanos necesitamos amor, aceptación, reconocimiento (1).

Con menos frecuencia les he comentado que tenemos miedo a nuestro deseo (2).

En esencia, tememos que por satisfacerlo, seamos víctimas de una trampa, de un castigo (para quienes poseen deseos prohibidos), o de consecuencias dolorosas (orgánicas o morales).

Si tenemos deseos y miedo al deseo, vivimos en conflicto, tenemos dudas a veces inespecíficas, difusas, como si estuviéramos amenazados por enemigos invisibles.

En estas circunstancias nos angustiamos, tenemos ansiedad, padecemos nerviosismo, insomnio, desinterés sexual, trastornos en la alimentación, alteraciones del humor, decaimiento, y varios otros síntomas igualmente molestos.

No solamente los síntomas son de por sí incómodos, sino que la incertidumbre sobre su causa es otro factor irritante.

Algo que podemos pensar es que el mayor problema está en que nuestro deseo es autodestructivo y por eso, nos tememos.

Ese fantasma que nos amenaza, somos nosotros mismos.

Comencé este comentario con atractivas sonrisas porque, algo que podría pensar, es que esa expresión facial, ese gesto tan atractivo, no es más que un gesto de que somos aceptados al punto de que desearían comernos.

La exhibición de la dentadura, es amable porque el resto de la cara (ojos, cejas, nariz, frente) se muestra amigable, pero es legítimo suponer que nuestro deseo de ser amados, reconocidos y aceptados, es tan grande, que nos halaga hasta el mortífero ofrecimiento de ser devorados.


(1) «Arrésteme sargento»

(2) El miedo al deseo

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10 comentarios:

Eduardo dijo...

Comer es incorporar a nuestra persona elementos que antes estaban fuera. Por eso deseamos comer-incorporar, lo que nos resulta bueno y bello.
Tenemos un antecedente muy importante en la historia de nuestra vida: incorporamos la leche materna. Esa era una forma de comer a mamá sin destruírla, aunque hipotéticamente podemos decir que esa fantasía también existía.
Lo que comemos es tan importante que nos permite vivir, nada menos.
Muchas de las cosas que incorporamos no necesitamos destruírlas. Incorporamos conocimientos, hábitos, ideas, recuerdos. Pero para incorporar, otras veces necesitamos matar, es decir, cometer un delito, un pecado, una atrocidad. Alimentarse implica matar y podemos asociarlo a dos situaciones opuestas. Puede sentirse como una fuente de energía, de vida, y al mismo tiempo una ferocidad, un pecado, algo ilegal.
Muchas veces los trastornos de la alimentación reflejan esta oposición de pulsiones o sentimientos.

Daniel dijo...

Es frecuente que tanto mujeres como hombres, sufran la necesidad de sentirse devorados por sus parejas. Pierden su vida personal, ahogan o hasta desconocen sus propios deseos, adoptan una actitud de sumisión, y prefieren vivir de ese modo a enfrentarse consigo mismos.

Canducha dijo...

Si lo síntomas "molestos" aparecen todos juntos, me imagino que debe ser un calvario!

Gladys dijo...

No sonrío frente al espejo desde que me asomé a mi propio interior.

el oriental dijo...

La entiendo a Gladys, yo también, cuando miro el interior se me van las ganas de sonreír; cada vez más despoblado che...!

Virginia dijo...

Los dientes parejos parece que no estuvieran destinados a desgarrar, triturar y morder. En cambio los dientes desparejos dan la impresión de haberse desacomodado después de un furibundo ataque al asado.

Alicia dijo...

El miedo a los deseos es como el miedo a las alturas, no está demás pero te impide disfrutar de un buen panorama.

Lola dijo...

Me devoran y cada vez quiero más!

Carla dijo...

Sin Tomás, la incertidumbre es otro factor irritante, usted lo ha dicho.

sultán dijo...

No se puede sonreír y comer al mismo tiempo, pero mostrar los dientes es una advertencia.