sábado, 15 de mayo de 2010

Las pérdidas ajenas no son tan molestas

¿Qué sienten los habitantes de un país en guerra por los soldados que mueren defendiéndolos?

En pocas palabras —y dejando de lado expresamente a los familiares directos de las víctimas—, se entristecen «de la boca para afuera» de que hayan muerto esos valientes soldados y se alegran «de la boca para adentro» de que la desgracia no les haya tocado a ellos.

El monto de afecto que se moviliza en circunstancias tan dramáticas, es muy elevado, pero el placer de ser defendidos es superior al dolor por las pérdidas ajenas.

En otras palabras, si alguien muere por defendernos, lamentamos su infortunio pero más nos alegra nuestra salvación.

Cambio de escenario para plantearles una situación mucho más frecuente aunque menos trágica.

La medicina es hoy en día la ciencia que mejor nos protege del dolor y la muerte.

Necesitamos creer que son infalibles, que sus procedimientos no fallan, que poseen la verdad sobre anatomía, fisiología, enfermedades y técnicas preventivas y curativas.

Ellos son el ejército que nos defiende de los ataques que pueden costarnos la vida.

Retomo lo que decía al principio, resumido de esta forma: «La muerte ajena es lamentable pero la prefiero a mi propia muerte».

Si los médicos dicen que es malo fumar, necesito que ellos tengan razón para seguir creyendo que son infalibles y que si algo me pasara, me salvarán.

Si los médicos dicen que la hipertensión arterial es mala, necesito que ellos tengan razón por los mismos motivos.

Conclusión: toda recomendación o pronóstico que hagan mis defensores infalibles (médicos), tiene que ratificarse siempre, y si bien «de la boca para afuera» diré que no le deseo mal a nadie, «de la boca para adentro», desearé que mueran los fumadores, hipertensos y cualquiera que debilite mi creencia en que los médicos son infalibles.

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12 comentarios:

Nolo dijo...

Lo que ud dice es verdad. Cuando alguien que fuma muere de cáncer, enseguida y sin averiguar se dice "y... lo mató el cigarrillo", pero los que mueren de cáncer y no han fumado, no generan en nosotros ningún tipo de interrogación, en general no se difunde ni se nos ocurre pensar qué generó el cáncer.
Claro que siempre tenemos debajo de la manga otros cucos: decimos que fueron fumadores pasivos, o que consumían mucha carne roja, que tomaban el mate muy caliente, que se tiraban al sol como lagartos.

Filisbino dijo...

Cualquier cosa que creamos sirve para curar, lo más posible es que nos cure (si de verdad queremos curarnos). Me parece que el poder de la sugestión es mucho más grande de lo que creemos, y que una de las causas de que falle es que en lo profundo de nuestro corazón, un montón de veces, en realidad no queremos curarnos.

Odontologia dijo...

De la boca para afuera labios intensos y carnosos. De la boca para adentro varias piezas en demolición.

Orión dijo...

Si mi guardaespaldas dice que un hombre caucásico, de entre 20 y 30 años, con un lunar grande en la mejilla izquierda, se acerca con frecuencia de una manera sospechosa, lo mejor es que quienes concuerdan con tales características concurran cuanto antes a la dermátologa y prueben su inocencia.

Blujeans dijo...

Si los médicos dicen que la hipertensión es mala, necesito que tengan razón por los mismos hipermotivos.

De todos modos igual es mala.

Rocío dijo...

Los médicos que fuman me generan mucha angustia.

el oriental dijo...

Se critica mucho a nuestros jóvenes, pero creo que ellos no necesitan apelar tanto al doble discurso.

Laín dijo...

Las personas que expresan con sinceridad lo que piensan, son calificados con frecuencia de desalmados.

Dr. Cuello dijo...

Cuando era estudiante de medicina y al fin encontré un cráneo para estudiar la ubicación de sus huesos, sentí alegría y ni me di cuenta que tenía a la muerte en mi mano.

Evangelina dijo...

Sólo Dios nos protege del dolor y de la muerte.

Alicia dijo...

La gente que tiene guardaespaldas como Orión, están dejando en evidencia que es tan importante que se los cuide, al punto de que quien los protege lo hace con su vida.

Anónimo dijo...

Ja, a veces es mejor perderlos que encontrarlos.