viernes, 19 de febrero de 2010

Las víctimas del placer

Todos sabemos lo que es recibir un golpe propinado por otra persona. El proceso educativo siempre incluye algo de adiestramiento.

Dentro del menú de «premios y castigos», los golpes son infaltables y a veces la memoria es tan ineficiente que los conserva en vez de olvidarlos (1).

Los castigos corporales constituyen a su vez un amplio repertorio. No es igual una palmada (nalgada), que un golpe en el rostro.

Los castigos psicológicos también son variadísimos pero el dolor que ellos provocan depende en gran medida de nuestra conformación psíquica.

En otras palabras, cuando recibimos un castigo psicológico, participamos activamente en su eficacia.

Cuando alguien denuncia agresivamente nuestra conducta, sufriremos más o menos según el grado de certeza y justicia que tenga para nosotros esa acusación.

Dicho de otro modo: si nos sentimos culpables sufriremos más que si nos sentimos inocentes.

El sentimiento de culpa —como cualquier otro sentimiento— no siempre se corresponde con la realidad material. También puede ser creado (imaginado, inventado) por nosotros, aunque el sentido común diría que nadie medianamente cuerdo se fabricaría una culpa. (2)

En suma: cuando se juntan el castigo psicológico que nos propina otro con el sentimiento de culpa que aportamos nosotros, sufrimos más.

Conclusión: las personas que disfrutan sintiéndose muy protagonistas, que gozan imaginando que «si no fuera por mí» nada funcionarían, que se imaginan el centro del escenario en el que viven, suelen colaborar eficazmente con los expertos en la violencia psicológica.

Comentario: aunque parezca extraño, estas personas disfrutan de alguna manera de quienes las agreden haciéndolas sentir culpables hasta de lo que no hicieron. Para ellas es una señal inequívoca de que efectivamente son todo lo importantes e imprescindibles que se imaginan ser.


(1) El tema está ampliado en el artículo titulado No recuerdo que me olvidé.

(2) El tema está mencionado en el artículo titulado «Arrésteme sargento».

●●●

12 comentarios:

Maristela dijo...

Uy! me tocó dos puntos neurálgicos. Soy muy culpógena y además necesito sentir que ocupo un lugar de importancia en mi centro de operaciones.
Buen tema para meditar.

M. Eugenia dijo...

Cómo puedo darme cuenta si sufro por masoquista o por lo malos que son todos conmigo?

Sofía dijo...

El castigo psicológico es muy eficaz cuando acierta con nuestros principales miedos.

Charleta dijo...

Está demostrado que a los niños que no se les hace upa, se les llena la vida de culpas.

Marta dijo...

Los expertos en violencia psicológica eligen víctimas débiles, inseguras y sugestionables.

Emiliano dijo...

Nada mejor que el aislamiento. Se elimina la violencia y no se generan culpas.

Luis dijo...

Es fácil sentir culpa por algo que no hiciste. Alcanza que te convenzan de que lo has hecho. Como el pecado original, por ej.

Natalia dijo...

Me llena de indignación recibir castigo cuando sé que soy inocente.

Imanol dijo...

Algunas también participan activamente de los castigos corporales. Les gusta poner la colita para que a uno se le vaya la mano.

la gordis dijo...

El sistema de premios y castigos que aplicaban mis padres estaba basado en la comida; así estoy!

Solange dijo...

Yo debo tener un cartel en la espalda que dice que me siento responsable de que haya gente en el mundo que sufre hambre.

Caroll dijo...

Es verdad: la memoria ayuda mucho cuando falla y se olvida.