miércoles, 24 de febrero de 2010

La historia de mi país es maravillosa

Es más sencillo comprender aquello que es más fácil de observar.

Algo que está a simple vista se percibe mejor que algo que es demasiado pequeño.

Todo lo que dependa del sentido del olfato es más difícil de observar que aquello que puede registrarse por sus emisiones acústicas.

Las enfermedades mentales son una ampliación patológica de la conducta normal.

Quienes las padecen sufren desarreglos más que nada por exceso: miedo exagerado, demasiada imaginación, excesiva fantasía, exaltación del ánimo, máxima extravagancia, incontrolable movilidad, agresividad o desgano, desmesurada preocupación por la salud, rápidos cambios de humor, etc.

Esta particularidad hace que las enfermedades mentales permitan ver rasgos de nuestra psiquis que en su dimensión más frecuente, serían difícilmente perceptibles.

Por lo tanto, los usos y costumbres propios de un hospital psiquiátrico pueden ser propuestos (con la correspondiente adecuación) en otras instituciones y hasta en las comunidades abiertas (población, empresas, clubes).

Los enfermos mentales no aceptan su condición y para ratificar sus creencias inventan historias que explican por qué la enfermedad no existe (en cuyo caso la internación es resultado de un error o de una confabulación) o si reconocen una enfermedad, ésta fue causada por situaciones ajenas a la responsabilidad suya (exceso de trabajo, malos tratos, accidente).

Quienes se encargan de atender al paciente psiquiátrico deben desacreditar categóricamente cualquier historia personal que interfiera con el tratamiento. El internado debe compenetrarse de que su historia verdadera es la que poseen quienes intentan curarlo.

Las colectividades de gente mentalmente sana (nación, población de un país), también tienen que creer la historia patria oficial que les trasmite el estado.

Están prohibidos los revisionismos históricos que pudieran poner en riesgo la conducción de los diferentes gobiernos de turno.

Las semejanzas con un hospital psiquiátrico no creo que sean casuales.

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13 comentarios:

Elbio dijo...

En democracia no están prohibidas las revisiones.

Chapita dijo...

Me interné para cambiar a la institución manicomial desde adentro.

Mayra dijo...

Serán los ganadores los que escriban la historia, pero por suerte los perdedores tienen la chance de re-escribirla.

Lore dijo...

Nada que ver! La Historia ya está
re-escrita!

Gilberto dijo...

Los locos tenemos que hacer con los sanos lo mismo que ellos hacen con nosotros: darles siempre la razón.

Daniela dijo...

Si querés construir algo con alguien (sea un médico, un amigo o un amante) siempre tenés que darle el voto de confianza.

Celeste dijo...

Mientras mi imaginación no engañe a mis sentidos, estoy tranquila.
Cuando eso pase espero darme cuenta...

Marita dijo...

A ud le parece que se pueda decir que un enfermo mental es responsable de su enfermedad?

Yennifer dijo...

Ud me despabiló. Ahora me voy a poner atenta para ver cuántos usos y costumbres del loquero son los que ponen en práctica en la fábrica donde trabajo.

una madre dijo...

Conviene aclarar que los rápidos cambios de humor son normales durante la infancia.

Anónimo dijo...

Muchos enfermos mentales tenemos conciencia de enfermedad.

Eugenia dijo...

Habemos más fuera que dentro del loquero, sino visite los lugares de trabajo.

Maitena dijo...

De todos los héroes existen leyendas negras.