Los pacientes del psicoanálisis somos todos iguales: gente complicada, que se agota pensando, muy fantasiosa y que disfruta hablando de sí misma.
Casi todas las mujeres con las que tuve alguna historia afectivo-sexual son así.
Sólo una vez probé con una señora casada aburrida del marido, pero me dejó porque conmigo también se aburría.
Fue una suerte porque no me gusta ser el que toma la iniciativa. Funciono mejor como víctima.
Casualmente acabo de ser abandonado por una artista plástica muy psicoanalizada.
Sofía nunca se casó pero ha tenido muchas historias amorosas realmente entretenidas.
Ella piensa que los hombres somos casi todos iguales y quizá tenga razón porque las cosas que captó en mí son características de algún otro hombre que pasó por su vida.
Como es fanática del reiki —y yo soy muy sugestionable—, alcanzaba con que pusiera su mano abierta a poca distancia de mi pene flácido para que en un par de minutos se convirtiera en un obelisco.
Para mi era asombroso pero ella lo tomaba con naturalidad.
Sofía se excitaba mucho con una escena en la cual yo me comportaba como un marino coreano torpe, grosero y algo psicótico (imito muy bien la fonética de las lenguas asiáticas pero no sé una palabra).
Por mi parte, yo me excitaba hasta el paroxismo con algo que ella hacía o tenía, pero que no nos dábamos cuenta qué era.
Así fue hasta que anteayer tuve uno de esos ataque de pasión cuando ella había tomado el control sentada sobre mí.
Mientras fumábamos le pedí —en tono de investigador— que volviera a sentarse sobre mí a ver si descubríamos qué provocaba mi descontrol.
Accedió y sentí como un flechazo de Freud. ¡Tienes los pezones iguales a los de mi padre! —le dije casi gritando.
Ella me miró como diciendo «Esto no me está pasando», se bajó de mí, se vistió sin abandonar el gesto de extrañeza, me dijo: «Te devuelvo la llave de tu departamento» y se fue cabizbaja.
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12 comentarios:
Es así, el Edipo funciona con la mamá y el papá al mismo tiempo. Desde nuestra más tierna infancia le hacemos frente a sentimientos encontrados y ambivalentes.
Lo del Reiki no se lo creo. Eso sólo lo logra el deseo... y a cierta edad, unido al viagra.
No entiendo la reacción de ella. Nadie le dijo que se parecía a un hombre, hizo terrible metonimia. Y si el problema era que supuso su bisexualidad, entonces ignora que la tenemos todos.
Parece mentira que siga fumando Licenciado! Lo queremos sanito para que nos escriba muchos años más.
Los hombres son todos distintos. Como decía Lacan "la mujer no existe", ergo "el hombre no existe".
Somos todos y cada uno individuos, seres en situación con nuestra convinación genética personal.
NUNCA SOY VICTIMA
No hay que rendirse ante el aburrimiento; hay que darle tiempo al tiempo. A veces uno se lleva gratas sorpresas.
Para mí las historias amorosas de corta vida son entretenidas si se las corta en el momento justo.
En mi hombre me exitan sus pectorales porque se asemejan a los pechos de una mujer.
Es verdad que hay grupos de hombres muy similares entre sí.
A mí me gustan los obsesivos porque son prolijos, limpios y puntuales.
¡Qué terrible prejuicio tiene con los marinos corianos!
Son divinos.
Me parece que la escena final del relato se produce en un dormitorio desarreglado, con olor a humedad.
¿Alguien más pensó así?
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