No creo equivocarme cuando pienso que la crueldad viene perdiendo terreno como método privilegiado de control social y personal.
La fuerza bruta (violencia física, tortura, crimen) siguen existiendo pero con una tendencia a la baja.
Claro que la perturbación emocional que generan las noticias sobre este tipo de casos nos deja la sensación de que abundan. Es decir: la sensación subjetiva sigue siendo elevada.
En otras palabras: los atentados terroristas son espeluznantes, el sadismo policial genera un repudio incontenible, pero objetivamente, suceden con menos frecuencia que hace cien años.
Lo que sin embargo estamos perdiendo es intimidad.
La violencia física está siendo sustituida por el «control tecnológico»:
— desde un satélite estratosférico es posible leer los títulos de los diarios expuestos en los quioscos de cualquier país;
— al líder libio Muammar el Gadafi intentaron matarlo acertándole un misil por la ventana del baño de su palacio, disparado desde una gran distancia;
— ni usted ni yo imaginamos cuántos datos nuestros figuran en las bases de datos que alimentan y comparten las empresas financieras, comerciales y de seguridad (inteligencia).
En los hechos, continúan existiendo concentraciones de poder igual que antes, pero los que integramos el gran grupo de "los controlados" (subordinados, mandados), padecemos tratamientos menos invasivos, cruentos, despiadados.
Las concentraciones de poder se parecen a las intervenciones quirúrgicas: son indeseables aunque por ahora siguen pareciendo inevitables. Pero convengamos en que al neutralizar el dolor (aplicando el control tecnológico o utilizando anestésicos, respectivamente), hemos ganado en calidad de vida.
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10 comentarios:
Los avances en las comunicaciones nos permiten tener mayor conocimiento de los actos de violencia física . Al mismo tiempo nos quitan privacidad.
La violencia siempre duele, de un modo o de otro. Si no, no sería violencia.
Si estuviéramos en la Edad Media, conozco a unas cuantas que serían quemadas en la hoguera.
En casa, la sensación térmica de la violencia prospera día a día.
La fuerza nominal es siempre más compleja que la bruta y además está llena de descuentos.
A mi me gustaría ser una estrella famosa aunque perdiera toda la intimidad.
Como quien dice, al líder libio lo quisieron sacar cagando.
Me imagino que de mí no deben haber datos en ninguna base de datos porque soy una pequeña hormiguita anónima.
Le temo al dolor más que a la muerte.
Las noticias de violencia de todo tipo que aparecen en los informativos me hacen mal.
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