lunes, 27 de octubre de 2008

Glotón cinturón negro

Cuando sentimos miedo seguramente estamos en problemas. La única situación diferente que conozco es la del juego: alguien puede disfrutar mirando una película de horror o practicar un deporte extremo, pero en ambos casos a sabiendas de que todo está bajo control.

En las situaciones reales donde se despliegan fuertes montos de violencia participa una persona psíquicamente débil (quien aplica la violencia, el victimario) y una persona debilitada (la víctima).

Las experiencias reales donde sentimos miedo son traumáticas y por eso, una vez recuperados del shock inicial, comenzamos la construcción de precauciones para que eso no vuelva a suceder.

Como siempre sucede, las acciones tendrán móviles concientes e inconcientes.

Las concientes son por ejemplo: Evitamos personas, situaciones, lugares, horarios, agregamos seguridades a nuestra casa, nos capacitamos en algún tipo de defensa personal, contratamos guardaespaldas, etc.

Las inconcientes son bien distintas. La bulimia y el sobrepeso pueden ser una respuesta inconciente al miedo porque —sin saberlo— desplegamos una estrategia basada en la suposición de que teniendo un cuerpo más voluminoso seremos menos débiles y así evitaremos ser víctimas de la violencia. Esta fantasía se refuerza con la sabiduría popular de que la alimentación está en la base de nuestra fortaleza saludable. También es probable que nuestro inconciente recuerde cómo nuestra madre nos quitaba la angustia dándonos de mamar.

En suma: algunos casos de sobrepeso son una respuesta al miedo.

●●●

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tomo precauciones reales aún a partir de las pesadillas.

Anónimo dijo...

Tengo sobre peso y me dijeron que inconcientemente deseo ser abrazada pero como no soporto depender de los otros, entonces me abrazo yo misma con grasa.

Anónimo dijo...

Cuando tengo miedo difuso me pongo ansiosa y me da por comer y comer sin poder parar. Parece que tengo un hambre-miedo infinitos.La resaca confirma que tenía que tener miedo ... a las consecuencias de lo que yo misma hice.

Anónimo dijo...

Otro móvil inconciente me parece que es que si defiendo algo es para poder suponer que tiene mucho valor. Más miedo equivale a más valor. Me siento más rico cuanto más miedo a perder algo tengo.

Anónimo dijo...

Mis padres tienen un vecino que siempre está diciendo que las cosas que hace son tan comprometidas que tiene que estar teniendo mucho cuidado de salir sin que lo vean, baja las cortinas de su casa y otras ideas por el estilo aunque las acciones que toma no le podrían molestar a nadie. Se inventa enemigos para suponerse muy jugado en lo que hace. Pero es un Bin Laden de juguete. jajaja

Anónimo dijo...

En este artículo ud empieza hablando del miedo en general pero después resulta que se está refiriendo al miedo que puede inspirarnos otra persona. También existen miedos a las enfermedades y a los accidentes.

Anónimo dijo...

Fui bulímica durante la adolescencia y tal cual lo plantea el Licenciado, la palabra que siempre estaba presente en mi cabeza era "miedo". No sabía a qué o a quién. Hoy, con el diario del lunes, pienso que el miedo era a crecer, convertirme en adulta. ¿Por qué? Porque eso implicaba adherir a un sistema que de alguna manera yo intuía más enfermo que sano. Y además porque lo bueno y lo malo se desdibujaba a pasos crecientes en la medida que iba dejando la niñez. Por tanto, también los límites se desdibujaban, trayendo inseguridad. Otro aspecto, que supongo de mucho peso, es que al entrar en la adolescencia, la posibilidad de tener un hijo se vuelve concreta, y tener un hijo es la manera más clara de dejar de serlo. Asumir responsabilidades, pues, da mucho miedo.

Anónimo dijo...

Los hermanos mayores a veces somos muy crueles con los más chicos por el manejo que hacemos del miedo. Una vez que controlamos determinada situación angustiosa, hacemos entrenamiento de ese nueva valentía adquirida, asutando a los más chicos. Es una manera de reafirmarse.

Anónimo dijo...

Es cierto, dos debilidades de orden muy distinto, pero debilidades al fin, se conjugan en todo acto violento.

Anónimo dijo...

A veces las precauciones que te construís para evitar la situación peligrosa, te limitan la vida y terminan ahogándote.

Anónimo dijo...

Tuve un vínculo muy fuerte con una persona, pero por temor a perderlo, no lo dejé crecer. Era un vínculo con vocación de amor pero se quedó en amistad. Tanto fue así que terminé perdiendo esa relación. El colmo de todo esto, es que actualmente me observo a mi mismo tomando precauciones para no volver a tener ningún tipo de vínculo que implique compromiso. Pero me conozco y sé que volverá a suceder, tarde o temprano...y quizás vuelva a hacer lo mismo. Como hoy por hoy, ninguna relación es confiable, o al menos eso a mí me parece, mantendré una distancia óptima... que quizás me lleve a perder otra vez.

Anónimo dijo...

¡Si sería miedoso el Buda!

Anónimo dijo...

Entonces el Guasón era psíquicamente débil, los ciudadanos una manga de debilitados ¿Y Batman? ¿Y Robin?
Capaz que Batman activamente fuerte y Robin pasivamente flexible (que eso también es ser fuerte ¿no?)

Anónimo dijo...

Las mujeres, después de que nos desilusionamos de nuestros maridos nos ponemos gordas y feas, para no tener que desilusionarnos dos veces.

Anónimo dijo...

A los hombres nos pasa lo mismo cuando nos desilucionamos de ustedes. Son absorventes, incomprensivas, excluyentes, gritonas, inestables, prepotentes y además se ocupan en boludeces.

Anónimo dijo...

Nunca me habría imaginado que el tema del miedo hiba a dar para una discusión sexista !?

Anónimo dijo...

Paradojalmente algunas discapacidades te quitan el miedo. Yo voy en silla de ruedas y, para no caer en la falsa modestia, debo decir que pocas veces tengo miedo. Quizás sea que el saberte vulnerable te invita a ser más osado, porque de lo contrario no podrías enfrentar la vida.

Anónimo dijo...

La violencia impalpable, la que no pasa por lo físico, hace mucho daño y por lo general se detecta cuando ya está todo el pescado vendido.

Anónimo dijo...

De mi segundo esposo me quedó el miedo.