jueves, 2 de octubre de 2008

«¡Está para comérselo/a!»

El ser humano pasa por diferentes etapas en su vida (niñez, adolescencia, adultez, vejez) pero las etapas pasadas no desaparecen totalmente. Todos tenemos algo de niño o de adolescente.

Naturalmente que conservamos aquellas particularidades más útiles o gratificantes. Por ejemplo, nos gusta recibir regalos como un niño pero preferimos olvidar que perdimos todos los dientes de leche (por más generoso que haya sido el Ratón Pérez con nosotros...).

El aparato digestivo se desarrolla tempranamente y el comer es una función que ocupa casi todas nuestras preocupaciones infantiles. Con ese aparato y función logramos transformar los alimentos en parte de nuestro cuerpo. Lo que eran moléculas de vaca o de gallina, se convierten en moléculas de María o de José.

Cuando llegamos a la adolescencia hacemos algo parecido con nuestra psiquis porque ahora ella también está más desarrollada. Comprender, estudiar, averiguar, informarnos, pensar, memorizar, son actividades muy semejantes al ingerir, degustar, masticar, digerir e incorporar a nuestro cuerpo.

Por ejemplo, cuando nuestros primeros amores nos generan un malestar (inseguridad, celos, frustraciones, etc.), podemos tratar de aliviarnos aplicando un método digestivo. Para ello tratamos de saber más de él, de entenderlo, de preguntarle, de averiguar con otras personas. Tenemos la esperanza de incorporarlo para que en lo sucesivo se lleve tan bien con nosotros como si fuera parte nuestra.

Cabe agregar que este procedimiento logra resultados muy escasos o nulos. A veces también es contraproducente, pero no se renuncia a él (al procedimiento) hasta no tener otro mejor.

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21 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Para qué me hizo acordar de los malditos dientes provisorios que me dio la ineficiente naturaleza! ¿Por qué no hay otras cosas provisorias además? ¡eehhhh!


Jijijiji

Anónimo dijo...

Algún día inventarán el aprendizaje intravenoso. Necesito dos inyectables de matemática.

Anónimo dijo...

Ya que hablan de matemática, mi satisfacción con los seres queridos ocupan una mísera proporción de mi tiempo. La mayor parte estoy peleándome y tratando de reconciliarme perdiendo más posesiones de las que tenía antes de pelearme. Hay amores que matan. Los míos me llevan a la ruina moral.

Anónimo dijo...

Tengo mucha memoria pero no estoy gordo. Mi hermana está gorda y no se acuerda de nada. ¿Contradice su teoría?

Anónimo dijo...

Cuando los países están en guerra, usan a los espías para obtener datos de los enemigos (comer para después dominar).

Anónimo dijo...

¡qué horrible la imagen de hoy!

Anónimo dijo...

Llegué a la locura de pagarle a un detective para que me averiguara cosas de un amante. Locura y todo, averigüé que era casado y le arruiné la vida con su familia.

Fue todo muy truculento pero ahora me siento en paz conmigo misma.

Anónimo dijo...

Los padres vienen al consultorio psicológico preguntando sobre cómo son sus hijos. Algunos quieren mejorar la forma en que los tratan y otros quieren ver cómo hacen para dominarlos.

Anónimo dijo...

El verbo comprender se parece a comer.

Anónimo dijo...

¡Qué ingenioso Luis!

Anónimo dijo...

Los que más han estudiado suelen ser las personas que luego tienen responsabilidades de mando. ¿Será por todo los conocimientos de los demás que se tragaron?

Anónimo dijo...

Hay un dicho que dice: "El que sabe, sabe. El que no sabe, manda".

Anónimo dijo...

La inseguridad, celos y frustraciones que provoca el amor, me resultan difíciles de sobrellevar. Como imagino que existen personas que tienen pareja estable y se sienten bien, a pesar de las dificultades inevitables, añoro llegar a ese estado de estabilidad y paz. Donde la tolerancia, la aceptación y la comprensión ocupen un lugar importante porque sostienen una historia de dos, que para ambos vale la pena.

Anónimo dijo...

Para el mar de amor: chocolate y helados. Después hay que bancarse los kilitos demás pero por algún lado hay que descargar.
Probablemente esto tengo sentido, también se parecen las palabras comer y coger. Es una pena que amar y coger sean palabras tan distintas. Quizás peque por ingenua u optimista, pero creo que en la mayoría de las personas el amor y el sexo se entrelazan de algún modo.

Anónimo dijo...

Me parece importante comprender para poder amar. La incomprensión comunmente nos lleva a ser crueles con el otro. Comprender es importante siempre que sepamos que nunca vamos a comprender del todo. Si no entendemos ni sabemos acerca de la vida del otro ¿cómo podríamos intentar ajustarnos a lo que el otro precisa?

Anónimo dijo...

Al amar el otro se incorpora a nuestra vida, a nosotros mismos. Eso no garantiza que dos personas puedan llevarse bien, pero ayuda mucho.

Anónimo dijo...

No sabía, Graciela, que existía el "mar de amor". Quizás tu quiciste decir "mal de amor". De todos modos resulta muy poético y gráfico de un sentimiento arrollador, el concepto "mar de amor"

Anónimo dijo...

Supongo que de niña debo haber sentido miedo cuando se me aflojó el primer diente pero no lo recuerdo. Ahora de adulta, si empiezan a aflojárseme los dientes, seguramente sentiré pavor.

Anónimo dijo...

El peligro con eso de querer comerse al otro es quitarle su individualidad. Como las diferencias nos angustian - sobre todo cuando el que es diferente no es cualquiera sino una persona importante para nosotros - es muy probable que inconcientemente intentemos anularlo y hacerlo parte nuestra, para ser "una sola cosa". Esto resulta muy romántico pero es una barbaridad y lleva inevitablemente al fracaso de cualquier tipo de relación.

Anónimo dijo...

Yo cuando llegué a la adolescencia no fui amigo de los libros. Si algo me comí, fue a todas las chiquilinas que pude. Y no me arrepiento.

Anónimo dijo...

A veces cuanto más acuciados estamos de saber acerca de otra persona, tendemos sin darnos cuenta, a rellenar lo que no sabemos con lo que suponemos. Se arman unos líos bárbaros, malentendidos y problemas de comunicación.