Los ciudadanos perfeccionistas son ciudadanos
irresponsables, mezquinos y cobardes.
Para ser un buen ciudadano es
imprescindible pensar que:
— El error es una obligación
moral;
— Equivocamos es un compromiso
ético y
— Por razones de honestidad,
tenemos que ser injustos.
Para reforzar esta propuesta
disparatada, diré:
— Negarse a cometer errores es
condenable;
— No es ético evitar las
equivocaciones; y, finalmente
— El ciudadano que no admite
ninguna injusticia, es deshonesto.
¿Qué significan esta sarta de
disparates?
La explicación de estas
aseveraciones se resume en una frase vulgar: «Lo perfecto es enemigo de lo
bueno».
1) «El error es una obligación moral» porque quienes no estén dispuestos
a cometer errores tendrán la peor de las actitudes: No hacer nada, no
participar, no involucrarse, mantenerse al margen, lavarse las manos.
2) «Equivocarnos es un compromiso ético» por la misma razón anterior
pero desde el punto de vista de una filosofía de vida responsable. Como la
equivocación es casi inevitable aceptarla implica exponerse a un gran
esfuerzo. Porque nadie desea
equivocarse, es un acto de generosidad enfrentarse a lo que desearía evitar con
tal de responsabilizarse personalmente ante los compromisos sociales que lo
convoquen.
3) «Por razones de honestidad, tenemos que ser injustos» porque nunca
podremos asegurar la perfección en nada. Cuando no tenemos más remedio que
juzgar a un semejante, debemos asumir el compromiso de cometer alguna
injusticia porque, si pretendemos evitarnos esos riesgos, intentaríamos evitar
un compromiso por pura mezquindad y cobardía.
Excepto por discapacidad o niñez, ninguno de nosotros está exonerado de
comprometerse con lo que le ocurra al colectivo que integramos, sin embargo la
evasión está casi autorizada para quienes fundamentan su irresponsabilidad
diciendo: «Si lo hago lo hago bien y si no puedo hacerlo bien, entonces no hago
nada».
(Este es el Artículo Nº 2.128)
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