viernes, 21 de febrero de 2014

Cuánto dura la felicidad

La duración de la felicidad depende de cuán lentos seamos para darnos cuenta qué nos está faltando: cuanto más lenta sea nuestra imaginación, más tiempo durará la sensación de felicidad.

Dicho de otro modo: la felicidad es un estado psicológico en el que la persona tiene la convicción de que está completa, que no necesita nada, que alcanzó la perfección.
En algunas filosofías utilizan la metáfora de «sensación oceánica», otros hablan de «Nirvana». También se evocan palabras tales como bienaventuranza, gloria, paraíso, gracia, beatitud.
Desde el psicoanálisis es posible suponer que la felicidad equivale a una reiteración de aquella época en la que el ser humano estuvo dentro del útero, o aquella otra en la que, por la lógica inmadurez del Sistema Nervioso Central (SNC), el niño sintió que formaba parte de un todo; sensación esta que perdió cuando el SNC estuvo suficientemente desarrollado como para reconocer la individualidad propia y ajena.

Aunque perder la sensación de individualidad y retomar la «sensación oceánica» significan un severo retroceso en la evolución biológica, para muchos es un logro atractivo sentir que se confunde con otro ser humano. Por ejemplo, la felicidad que encontramos en algunos estados de enamoramiento resulta de esa involución del SNC, por la cual los amantes se confunden, se disuelven, se fusionan, pierden la noción de que son dos individuos separados.

Vuelvo al comienzo: la sensación de felicidad depende, en última instancia, de un deterioro, de una pérdida de lucidez, de conciencia, de realismo, de imaginación.

Por ejemplo, si alguien se siente feliz porque se compró un teléfono de última generación, seguirá siendo feliz hasta que se dé cuenta que en pocos días saldrá un nuevo modelo que convertirá en obsoleto aquella maravilla que lo llevó a tocar el cielo con las manos. Cuando alguien logra estos cambios psicológicos (la felicidad) a partir de un estímulo tan elemental como es el de comprar un nuevo teléfono, puede disfrutarlos mientras no se dé cuenta que vive un momento demasiado efímero, inestable, limitado, dependiente de su lentitud para desilusionarse y recuperar el realismo que aporta un SNC sano.

(Este es el Artículo Nº 2.146)


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