En el uso de las palabras «tuyo» y «tuya» podemos encontrar
una ideología, según la cual las mujeres pueden opinar pero quienes deciden por
los dos son ellos.
El lenguaje condiciona la
relación entre los sexos.
Me referiré al ejemplo que
inspiró este artículo. Más exactamente, me referiré al pronombre posesivo, (que
a veces funciona también como adjetivo), «tuyo» y su voz femenina, «tuya».
Los respectivos plurales (tuyos y tuyas) no habré de considerarlos.
Cuando, en una situación notoriamente erótica, cariñosa, romántica, él
le dice a ella «soy tuyo», solemos entender que él le está reconociendo a ella
cuánto lo posee. Le está diciendo a ella «te pertenezco», «soy de tu
propiedad», «tú eres mi dueña».
Ella, seguramente, se sentirá muy complacida por esta especie de
enunciado notarial, en el que un varón documenta, por propia voluntad, su
entrega en propiedad a la dama. Ella puede sentirse tan poderosa como una
reina, como una terrateniente, como una rica mujer, propietaria de un ser
humano de valor incalculable.
Hace más de tres años (cursa febrero de 2014) escribí un artículo (1) en
el que ponía un ejemplo de cómo, el aparato psíquico, está diseñado como una
casa con tres sectores diferenciados.
Uno de esos sectores, el YO, es el que se encarga de vincularnos con la
sociedad. Es el que representa a los otros dos sectores: el inconsciente y el
superyó.
Sin desconocer las sugerencias
que recibe del inconsciente (instinto reprimido por las normas culturales) y
sin desconocer las normas éticas, cuyo cumplimiento vigila el superyó, el YO es
algo similar al Presidente de una República, quien representa al país cuando
sale al exterior y administra el gobierno del pueblo, atendiendo a sus
reclamos, necesidades, deseos, urgencias.
En suma: el YO es algo
parecido al presidente de nuestra psiquis, pero no el tirano ni el rey: solo es
el presidente de una república democrática.
Cuando el señor enamorado que presenté más arriba, le dice a la ingenua
y anhelante (de poder) mujercita, «soy tuyo», en realidad le está diciendo «soy
tu-yo», es decir, «soy quien preside las decisiones de tu psiquis».
¿Qué ocurre cuando es ella la que le dice a él «soy tuya»?
Aplicando la misma forma de razonar anterior, lo que ella le está
diciendo es mucho menos oscuro. Ella no tiene segundas intenciones como él.
Ella le dice algo así como «Soy tu ahora», «Soy lo que desees ya», «Soy tu
fuente de satisfacción actual».
En suma: es posible pensar,
aunque no sea posible demostrar, que el idioma tiene embebida una ideología,
según la cual el varón gobierna y la mujer lo obedece. Él tiene voz y voto pero
ella solo tiene voz, en tanto él, al poder decir «soy tu YO», vota por él y por
ella.
(Este es el Artículo Nº 2.144)
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