Los estudiantes deben desarrollar, mediante
ejercicios prácticos, la tolerancia a la frustración y otras dos cosas más,
según comento más abajo.
Hay tres cosas que tenemos que
aceptar, nos guste o no nos guste.
Mejor dicho: hay más de tres
cosas que tenemos que aceptar, pero en este artículo no puedo hablar de todo lo
que tendríamos que aceptar porque sería demasiado extenso. Además, yo no sé
todo lo que tendríamos que aceptar.
Más exactamente: hay tres
cosas que tenemos que aceptar en lo que a educación de las nuevas generaciones
se refiere. O sea, solo escribiré algo sobre educación, hoy, siglo 21, febrero
de 2014. Desde Uruguay. Sudamérica.
Esas tres cosas, son:
1) Los niños deben aceptar,
sin envalentonarse, que el maestro o profesor pueden aprender de ellos. Ni los
estudiantes son totalmente ignorantes ni los profesores lo saben todo. Quizá
sean más las veces en las que los maestros enseñan a los alumnos, pero eso no
significa que todo el tiempo deba ser así.
Por lo tanto, (y esto va para
estudiantes y educadores): ninguno de los dos detenta el conocimiento en forma
absoluta. En todo caso, los profesores suelen saber un poco más que los
alumnos, pero a veces, los alumnos conocen algo que los educadores desconocen.
Si los alumnos se engrandecen porque saben algo que el maestro ignora, deben
aprender a no ser tan arrogantes, y si los maestros ignoran algo que los
alumnos saben, deben aprender a no deprimirse, porque si lo hacen están
demostrando que se creían seres superiores, en vez de trabajadores adiestrados
para «enseñar a aprender» a las nuevas generaciones.
2) Para aprender a veces es imprescindible aburrirse, enojarse,
rebelarse. Así como todos los niños tienen que soportar las inevitables
enfermedades eruptivas, propias de su edad, también tendrán que soportar
estudiar cuando tienen ganas de jugar y tendrán que soportar memorizar
contenidos que no entienden para qué sirven.
La lluvia es un fenómeno natural inevitable y beneficioso, así que, los
adultos debemos escuchar las quejas de los educandos como escuchamos el sonido
de la lluvia. Después de todo, aprender a soportar las frustraciones les va a
servir durante toda la vida. Los centros de enseñanza son gimnasios para
tonificar la tolerancia a la frustración. Lamentablemente, muchos docentes de
matemáticas gozan provocando más frustración de la que ocurrirá en forma
natural.
3) Está muy bien que se respete la diversidad, los gustos, los talentos,
los tiempos de evolución, pero hay algo que no se puede respetar y es que el
proceso educativo es la formación de ciudadanos que terminarán integrando un
gran equipo de trabajo, esto es, la fuerza productiva de la nación. Esos
futuros jugadores del gran equipo tienen que, mínimamente, saber leer y
escribir, comprender lo que leen y manejar las herramientas informáticas como
manejan los cubiertos o el papel higiénico.
(Este es el Artículo Nº 2.150)
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