jueves, 20 de febrero de 2014

Los escritores que solo reseñan libros

El vampirismo es una acertada metáfora de lo que hacen los lectores que prefieren libros con abundante bibliografía.

Parecería ser que los escritores de libros que aportan mucha bibliografía, solo son reseñadores, constructores de resúmenes, personas que hacen una narración breve de varias obras.

Los críticos de cine, que han mirado muchas películas, son reseñadores, gente capacitada para contar algo que vio y agregar algún dato anecdótico atractivo. Lo cierto es que ningún crítico (reseñador) cinematográfico es capaz de filmar sesenta segundos de algo que él mismo pudiera recomendar.

Lo mismo ocurre con los críticos gastronómicos, que se recorren diferentes restaurantes y luego escriben sobre qué les pareció la comida, la variedad, la atención al cliente, la ambientación del local, el nivel de precios y la higiene de los baños.

Los escritores de libros con extensa bibliografía están mal entendidos por los lectores: no son buenos escritores, así como los otros mencionados no son grandes directores de cine, ni grandes chefs de cocina.

Claro, hasta cierto punto es lógico: cuando los lectores evalúan la calidad de un escritor por la cantidad de libros que dice haber leído, sueñan con la creencia que harán un gran ahorro de tiempo y dinero ingiriendo este condensado, para evitarse la compra y la lectura de todos los libros que leyó el escritor.

Esta mentalidad es una especie de vampirismo: el lector que razona con esta lógica intenta quitarle, succionarle, devorarle, la sabiduría ya digerida al escritor.

El vampirismo es contagioso pues los vampiros se convirtieron en tales porque fueron vampirizados. Es probable que los escritores que abundan en bibliografía en realidad hacen la lista de todos los autores a quienes les chuparon la sangre leyéndolos.

Continuando con la metáfora del vampirismo, cabe señalar que no todas las víctimas de los vampiros han hecho una buena digestión, es decir, no todas las sangres son alimenticias, es decir, los reseñadores de muchos libros no siempre entendieron bien lo que leyeron.

(Este es el Artículo Nº 2.145)


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