Las formas de saludarnos tienen varios puntos de interés, de los cuales sólo mencionaré algunos.
Etimológicamente, «salud» se vincula con estar sano y también con estar salvado, conservado, viviente.
Cuando alguien exclama ¡Salud!, está saludando, vinculándose, comunicándose con un semejante.
Las necesidades son las carencias que surgen por los consumos que demandan las funciones metabólicas. Necesitamos reponer agua, calorías, vitaminas, minerales y también necesitamos descansar, reproducirnos, aliviar nuestros dolores.
Los deseos son las carencias más inespecíficas y que pueden mutar, sustituirse, su insatisfacción no compromete la sobrevivencia y pueden postergarse.
Las necesidades están estimuladas por el instinto de conservación (comer, dormir, fornicar) y los deseos están estimulados por el instinto gregario porque lo único que deseamos es ser deseados.
Esto que semeja un juego de palabras, parece difícil pero —después de entenderlo— es muy sencillo:
Como es imprescindible que mi mamá me cuide (porque soy vulnerable como todo ser humano) y, en lo posible, prefiero que no haga otra cosa, quiero que ella desee cuidarme, que para ella sea un placer enorme, que no pueda dejar de cuidarme. Quiero que sea fanática de mí, que no deje de mirarme. Por eso lo que deseo es que ella me desee.
Claro que a mi mamá le pasa lo mismo. Ella está muy contenta conmigo porque se sabe fuertemente deseada por mí, pero también anhela ser deseada por mi padre, por mis hermanos, por sus padres, por sus amigas.
Entonces, mi mamá desea ser deseada.
El instinto gregario se manifiesta así: sentimos en nuestra psiquis un vacío (una falta, una carencia) que nos angustia y este es el deseo. Nos ocurre a todos.
El saludo es un gesto con el cual expresamos nuestro deseo de ser deseados (contenido, incluidos): miramos, oímos, apretamos su mano, lo/a abrazamos, lo/a besamos, fornicamos, lo/a recordamos.
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10 comentarios:
Hace unos años se impuso un modismo en mí país, que creo aún contínua usándose. Consiste en decir "chau, chau", cuando uno se despide después de una charla telefónica. O sea, lo novedoso es que se dice dos veces chau, usando una tonalidad de cierre, que nos permite terminar la conversación con la sensación de que no nos quedó nada en el tintero.
Cuando empecé a usar esta forma de despedida, descubrí que se sentía un gran alivio. Estabas cortando algo (el vínculo incompleto del encuentro telefónico) sin angustia, con optimismo, con la sensación de que ya se había dicho todo pero que en cualquier momento podrías volver a llamar e inmediatamente allí estaría de nuevo la voz.
Se me dio por pensar que los uruguayos deberíamos estar muy angustiados, para andar necesitando despedirnos de ese modo. La sensación de angustia hace que ese vacío inherente a la condición humana, se vuelva más hiriente, hondo, sensible. Entonces despedirse puede dejarnos en tal estado de indefección, que uno llega a pensar realmente que mejor es no encontrarse.
Por suerte apareció el "chau, chau" como cábala galvanizadora y se siguen vendiendo celulares.
Me gusta como se saludan los de la foto, como se miran y él le toma la mano a ella.
Los primeros deseos fueron el placer y la calma.
Mi prima no puede dejar de cuidarse para no engordar. Casi no come, por eso la llevaron al médico. Dicen que tiene anorexia y que está media loca.
Y cuanto más se cuida, más fea y debilitada está.
Cuando el metabolismo anda mal, las necesidades se sublevan.
Sería bueno que pudiésemos satisfacer nuestras necesidades sin desvincularnos de la búsqueda de placer. Muchísimas veces comemos contrariados, nos vamos a dormir con fastidio o nos reproducimos porque es algo que se espera de nosotros.
La postergación me ha llevado a desear un cambio radical. Siempre me pasa eso, me demoro, aguanto frustraciones, y después quiero cambiar de escenario inmediatamente, como por arte de magia.
Deseamos ser deseados pero se nos complica en cuanto a intentar algo al respecto.
AtAMORizar el amor puede que no sirva para infundirnos temor o para atarlo, mas bien sirve para ATIZARlo.
Mi madre deseará ser deseada toda la vida, pero no lo va a conseguir nunca.
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