miércoles, 3 de noviembre de 2010

Todos los muertos fueron buenos

Éxito tienen casi todos los que fallecen ya que, por algún motivo, siempre los juzgamos con benevolencia.

Así hayan tenido una existencia de resultados cuestionables, criticables y hasta condenables, el deseo de apaciguar la imaginaria malignidad de su espíritu, nos lleva a realizarle homenajes que en vida habrían sido groseramente hipócritas, adulones o injustificados.

La palabra éxito deriva del latín. Por un lado «exitus» significa ‘salida’ y «exire» significa ‘salir’.

Es muy conocida la palabra ‘exit’ en inglés, porque las vemos en las puertas para señalar el lugar de ‘salida’.

Por supuesto, más conocido es el significado en castellano, en especial cuando se refiere a la aceptación que tiene alguien (artista, político, deportista) o algo (producto, marca, empresa).

Teniendo en cuenta estas definiciones (aceptación y salida), contamos con dos formas de buscar el éxito.

1) Lo buscamos procurando la popularidad, ser amados, reconocidos, aplaudidos, mirados, referenciados, consultados; y

2) Lo buscamos de forma muy poco notoria, contando con la inevitable muerte (salida) y sus consecuencias favorables, en lo que refiere a la habitual aprobación que se hace de quienes han fallecido, olvidando en muchos casos, características o acciones condenables.

Podemos contar con un éxito en vida (aceptación) y otro —derivado de su acepción original que refiere a ‘salir’, ‘desaparecer’—, es decir, las consecuencias resultantes de cómo los sobrevivientes tratamos a los fallecidos (generosa, tolerante y benigna aprobación posterior a la muerte).

Por lo que podemos saber, el éxito en vida tiene características muy deseadas por nuestro narcisismo, pero también nos impone exigencias, privaciones y esfuerzos, que no tienen nada de agradable.

En suma: Hay personas capaces de buscar, conseguir y soportar el éxito en vida, y otras —menos notorias—, que se conforman con el éxito que —casi inevitablemente—, obtendrán tan solo muriendo.

Nota: A los funerales de José Stalin (líder soviético – [1879-1953]) concurrieron millones de ciudadanos, aunque también se decía de él que había ordenado la ejecución de millones de pesonas.

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9 comentarios:

Paolo dijo...

A los muertos los juzgamos "molto bene", dejando a un lado la violencia.

Marisa dijo...

Lo que pasa es que el muerto ya tuvo bastante con morirse.

Mae Donatta dijo...

Para que descansen en paz y no tener que recurrir a una limpieza del hogar, hay que benerar a los muertos, en todo lo que ellos hayan hecho de positivo en sus vidas.

Roque dijo...

Muchos nos conformamos con el éxito que obtenemos en nuestro círculo más íntimo de amigos y familiares.

Orosmán dijo...

Muchos de los que llegan a ser exitosos, no lo buscaron expresamente. La voluntad tuvieron que ponerla para mantenerlo, pero no olvidemos que muchas veces hay interesados en que ese éxito se mantenga porque aporta beneficios a terceros. Esos terceros harán todo lo posible por mantener vigente al ídolo.

Celeste dijo...

Yo cuando salgo vuelvo, jamás desaparezco.

Alejandra dijo...

En realidad Narciso se ahogó porque ya no soportaba ser metro sexual.

Paty dijo...

Soy muy consultora, tendría que pasar a ser consultada.

Nolberto Pelotas dijo...

Prefiero que el éxito me busque a mí. Estoy dispuesto a esperar sentado.