En un artículo de reciente publicación (1), les comento que, desde el punto de vista lingüístico y considerando exclusivamente a las religiones judeo-cristianas, existe una llamativa relación entre la sexualidad y la religiosidad, a pesar de que esta parece dedicada a reprimir y criminalizar la actividad sexual no reproductiva.
La asociación entre sexualidad y religiosidad, surge porque los órganos genitales están contenidos en la pelvis, uno de cuyo hueso se llama sacro, vocablo que también refiere a lo sagrado, el sacrificio y lo sacrosanto.
Es conocido por todos que los humanos discriminamos los derechos sexuales de los hombres de los derechos sexuales de las mujeres.
Aunque queda bien defender públicamente la igualdad de los sexos, esta es una actitud falsa, hipócrita, que está de moda.
Continúa vigente la aspiración más profunda de que la mujer debe ser monógama mientras que el varón puede ser polígamo; él puede ser más promiscuo que ella; una puta es una mujer que envilece (degrada) su cuerpo mientras que el masculino (puto) es alguien que toma una opción sexual.
Observemos que la anatomía ósea, encierra los genitales femeninos y libera los masculinos.
Si observamos estos rasgos anatómicos, podemos constatar que los órganos reproductores femeninos están encerrados dentro de ese caparazón óseo, mientras que los órganos reproductores masculinos están por fuera. Podríamos decir entonces que son libres.
Si vinculamos el eje temático del artículo mencionado y este, es posible postular que el lenguaje ha consignado (homologado, convalidado) con el uso del vocablo sacro, algo que podría estar dado por la propia naturaleza de los cuerpos: la sexualidad femenina es sagrada (está encerrada por el sacro) mientras que la masculina no lo es (está por fuera del sacro).
Esta interpretación de los hechos es relativamente coherente y explica cómo valoramos a uno y otro sexo.
(1) La sexualidad sacrosanta
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12 comentarios:
Puede que haya algo de eso, pero para mi lo sagrado es fornicar.
No sé qué prefiero, si una sexualidad libre o una sexualidad sagrada. Es todo un dilema.
Por qué ves dilemas donde no los hay, Teresa.
Te aseguro que conmigo podrías ser libre y sagrada.
Para mí la vigencia de la poligamia en los varones no es nada que esté asumido, y mucho menos algo que quiera para mi hombre.
Aclaro que a él tampoco le gusta salir con más de una mujer al mismo tiempo.
Decime Isabel... y no será que a él le gusta estar con dos mujeres al mismo tiempo? De pronto él lo que necesita es ahorrar tiempo. No seas tan desconsiderada.
Desafío al varón que crea que puede ser más promiscuo que yo.
Por las dudas no me anoto, Lola. No quiero salir mal "parado".
Que yo sepa las mujeres chinas y las hindúes también tienen los genitales acorazados pero se desenvuelven muy bien.
Claro Marta, pero para las chinas el sexo es un arte y para las hindúes es arte sagrado.
Así cualquiera!
La aspiración más profunda de la mujer es la que debe hacer cuando practica el fellatio y está resfriada.
Ya nadie habla de la igualdad de los sexos. Se habla de igualdad de derechos y de oportunidades.
Lo interesante tanto para la mujer como para el hombre es que si no fornicamos con placer y libertad, quedamos destinados a matar nuestra creatividad en general y a tener dolores precisamente en el hueso del sacro, a raíz de energías estancadas.
Entonces, mejor que cada uno se las arregle para fornicar lo mejor que pueda.
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