lunes, 15 de noviembre de 2010

Cárceles grandes, confortables, autoconstruidas

Hace muchos años participé en una charla (1) en la que se hablaba sobre cómo mejorar la concentración y la velocidad en la lectura.

El expositor resultó muy convincente para mí, cuando comentó lo siguiente:

Si estamos conduciendo un vehículo a muy baja velocidad, podemos mirar el paisaje, hablar con los demás ocupantes, pensar en nuestros asuntos.

Por el contrario, si estamos conduciendo un vehículo a gran velocidad, tendremos prohibido pensar en otra cosa que no sea el manejo. Los acontecimientos se presentarán con poco tiempo para tomar decisiones, deberá aumentar la precisión de nuestros movimientos, nos exponemos a tener un accidente de consecuencias lamentables.

Este argumento fue utilizado por el expositor para hacernos comprender que la lectura lenta, nos distrae y es muy poco lo que captamos del contenido, mientras que si nos exigimos leer con rapidez, inevitablemente aguzaremos nuestra concentración y retendremos mejor lo que leemos.

Por lo tanto: leer (y conducir) rápido, mejora la concentración (aunque el sentido común cree lo contrario).

Este mismo sentido común es el que nos dice que debemos atrincherarnos tras todas las garantías posibles, para mejorar nuestra calidad de vida, evitarnos problemas y disminuir riesgos.

Como todos los extremos suelen ser malos, comentaré con usted algo referido a las consecuencias negativas de ser muy precavidos, de vivir rodeados de protecciones, de evitar todos los riesgos posibles.

El sistema inmunógeno mejora su desempeño si el individuo está en contacto frecuente con agentes patógenos que lo pongan a trabajar para evitar que nos colonicen (enfermen).

De manera similar, agregamos todas las seguridades posibles a nuestra casa para evitar que entren ladrones.

Ser robados es casi tan penoso como enfermarnos. Para evitarlo nos encerramos, logrando de este modo que los delincuentes gocen de una libertad que los honestos perdemos tras las rejas.


(1) Buena memoria para olvidar

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11 comentarios:

Canducha dijo...

Yo me enrejo todo lo que quiero porque total, el libre albedrío no existe.

Amarello dijo...

No existe el libre albedrío, Candu, pero hay una diferencia entre tener y no tener las llaves de casa.

Franco dijo...

Si estamos conduciendo un vehículo a gran velocidad, no estamos con demasiadas ganas de llegar a ningún lado.

Susana dijo...

Cuando leo rápido me disocio. Yo estoy sentada leyendo y yo estoy sentada pensando en el almuerzo.
Si leo lento pasa lo mismo. Aún no he encontrado una lectura que me atrape, me ate a la silla y me diga "tú eres una, que por ahora no va a cocinar".

Rulo dijo...

Lo que no me gusta de leer con rapidez es que hay que exigirse.

Laura dijo...

Ahora mismo le saco la chichonera a mi ángel.

Antonella dijo...

Los agentes patógenos pisan fuerte, pero yo siempre tengo a mano Desinfectol, que mata virus y bacterias en un 99,9% .
Igual me cuido del 0,1% restante, obvio.

Roque dijo...

Los agentes patógenos del norte nos colonizaron un montón de tiempo, y aún insisten buscando otras tretas.

Anselmo dijo...

Y qué le va a hacer, Roque, si hasta los pibes salen a buscar dulce o treta.

Gaspar dijo...

Lo que sucede es que en nuestra alma alentamos la igualdad más absoluta. Todos tras las rejas! es el grito que el alma pronuncia. Y aunque no heroicos, lo sabremos cumplir.

Aroldo dijo...

Sé muy bien que las rejas no evitarán que entren los ladrones. Pero yo las pongo igual. Sabe por qué? Porque lo que quiero es que después de que entren no puedan salir. Aquí los espero todas las noches con mi nueva pistola HK MP5.