El verbo del latín reprimere significó en su origen el acto de moderar sentimientos antisociales, como la cólera.
Es decir, que en su origen, refería a un acto voluntario, autoimpuesto.
Sin embargo, el verbo reprimir (derivado del mencionado), en el siglo 19 pasó a significar una acción ejercida desde afuera de cada individuo, que suele incluir algún castigo por las transgresiones.
La acción de reprimir se caracteriza además, porque se ejerce sobre cosas o personas, que reaccionan resistiendo e intentando una acción opositora.
Por ejemplo, una represa hidroeléctrica, reprime la circulación natural del agua de un río. El agua reprimida (contenida por la represa), cuando intenta liberarse, mueve las turbinas que generan electricidad.
Otro ejemplo: un niño tiene prohibido satisfacer sus deseos incestuosos y como reacción, primero vuelve inconsciente ese deseo y luego trata de canalizarlo enamorándose (más adelante) de una persona que representa al amante prohibido.
En este último caso, cuando la represión nos lleva a volver inconsciente ese deseo, también está presente el castigo, no por haber hecho algo (ya que no pudimos, no nos dejaron, nos prohibieron), sino por no haberlo hecho, esto es, por haber frustrado a nuestro amado deseo.
¿Y cómo ocurre este auto castigo por no haber satisfecho nuestro deseo?
— La forma más benigna y deseable de reaccionar frente a la frustración (deseo reprimido), consiste en soñar escenas extrañas, pero en las que con un estilo muy surrealista, satisfacemos el deseo reprimido (por ejemplo, soñar con una montaña rusa puede equivaler a una relación sexual dadas las subidas y bajadas);
— Los actos fallidos (lapsus) representan escapes de aquellos deseos injustamente encarcelados (no encuentro las llaves y es porque no me quiero ir);
— un síntoma (asma, urticaria, infarto) también nos castiga con mayor agresividad, causándonos un sufrimiento que penaliza nuestra represión del deseo.
Artículo vinculado:
Cadena perpetua
Nota: La imagen corresponde al óleo de Salvador Dalí titulado Sueño, creado en 1937.
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12 comentarios:
La represión es, según los psicoanalistas, un mecanismo de defensa. Esto significa que la represión de determinados impulsos, nos defiende de algunos males. Por ej: puedo tener deseos de dormir, pero los reprimo porque estoy en el trabajo.
También es cierto, como expone el Licenciado, que en otras ocasiones la represión de impulsos o deseos, puede causarnos daño. Existe la teoría de que las enfermedades son psico-somáticas y vinculadas estrechamente a los distintos contextos que nos rodean. Es decir, se desarrollan porque nuestro cuerpo expresa lo que no podemos decir en palabras. Puede suceder que el sufrimiento prolongado producido por la represión de sentimientos muy intensos, provoque desarreglos en nuestro organismo. Se pierde el equilibrio dinámico que nos permite sostener un estado de salud, porque "agotamos a nuestra psiquis", exigiéndole esfuerzos que van más allá de sus posibilidades.
Por culpa de la cólera de Aquiles, la guerra de Troya duró tanto tiempo.
Cuál es más temible: la represión que viene de adentro o la que viene de afuera?
No sé M. Eugenia, pero si la represión es interna, es mucho más peligrosa cuando es inconsciente, ya que justamente se ha vuelto inconsciente porque no fuimos capaces de manejarla.
Prefiero frustrar a mi amado, que a mi amado deseo.
Odio que me presionen. Le tengo mucho temor a los infartos.
si vivimos eléctricos podemos hacer cortocircuitos
Como la represión fortalece las acciones opositoras, cada vez debe ser más fuerte para lograr vencerlas.
Estoy de acuerdo con Alicia, aunque apuntaría que lo debilitado no es la psiquis sino el individuo, que es uno e indivisible.
Ya no soporto saltearme la góndola de los postres.
No soy de traicionar al deseo porque él me llena de satisfacciones.
Muchas veces reprimimos deseos que en realidad no son transgresores, pero a nosotros nos parece.
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