domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Qué desea una mujer?

Sofía era la hija de la hermana pobre de una familia numerosa.

Madre e hija concentraban la escasez de dinero, de salud y de afecto, que el resto de los familiares poseía en cantidad suficiente.

Ella sabía que era fea porque el espejo no la engañaba.

Una excesiva delgadez, la total ausencia de senos, el cabello reseco y la piel áspera, la postulaban para ocupar un penúltimo lugar en el reparto de atributos físicos.

Ambas vivían como podían, con una pequeña pensión que habían recibido del marido de la señora (y padre de Sofía) y con las dádivas familiares que no estaban en condiciones de rechazar.

Embaucada por un libro de autoayuda que se apoderó de ella en un momento de escasísimo discernimiento, pensó que Raúl podría corresponder a su infinito amor por él.

Por el contrario, el muchacho no pudo ser más grosero y le repitió todo lo que ella ya sabía de su apariencia, corregido y aumentado por un exceso de soberbia especialmente desconsiderado.

Raúl era amigo o novio de una prima de Sofía. No dejaban de mostrarse, como dos modelos de la mejor ropa, bailando juntos como si ensayaran y exhibiendo cada poco tiempo sus magníficas sonrisas que, nadie podía negarlo, fascinaban.

Sofía, quizá por un rasgo masoquista que completaba su triste descripción, los alentaba para que le hablaran de sus aventuras, de sus éxitos, de lo mucho que disfrutaban juntos.

Quiso la suerte que los poemas que Sofía escribía —atormentada por su penosa situación—, llegaran al gran público con un éxito editorial sorprendente, considerando que este género literario, no es popular.

Con 26 años, no pudo tolerar este brusco cambio favorable en su vida y se suicidó caminando hacia lo profundo del río.

Los derechos de autor multiplicaron los ingresos económicos de la madre.

La señora destinaba el dinero de las poesías, a comprar regalos para los familiares ricos, probablemente, hasta cancelar aquellas dádivas que no tuvo más remedio que aceptar.

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9 comentarios:

Mariana dijo...

Qué historia triste, Doc.
Sobre todo porque a Sofía se le ocurrió hacer lo mismo que a Alfonsina Storni. Justo a ella tenía que copiar!

Ingrid dijo...

Sentirse en deuda porque tuvieron gestos solidarios contigo, no revela otra cosa que uno NO sería capaz de dar sin esperar nada CONCRETO Y TANGIBlE a cambio.

Andrea dijo...

Algunas mujeres desean el éxito, otras el amor, otras la familia y los hijos.
Me parece que las mujeres que desean el éxito, son las menos.

Tatiana dijo...

Qué mala liga! La escasez de afecto iba unida a la pobreza y la mala salud.
Pero, por qué?

Nahuel dijo...

Muchas mujeres se autoengañan con el espejo. A mí eso me resulta simpático. Las feuchas que se sienten lindas, a veces me transmiten un sentimiento muy especial que no sabría como definir. Algo cercano a la ternura.

Morales dijo...

La chica no se suicidó! Fue a darse un baño en el río y la agarraron las pirañas de las editoriales.

Ricardo dijo...

Mejor no se hubiera molestado en hacernos ningún regalo. Peor mal gusto no podía tener.

el oriental dijo...

Usted acaba de alertarme respecto de los cambios bruscos; aunque sean favorables pueden llevarnos a la muerte.
No juego más al 5 de oro.

Eduardo dijo...

La poesía no es un género literario popular, pero la expresión de sentimientos penosos es un desahogo al que muchos quisieran accceder. Leerlos escritos por otro permite la identificación y proporciona un gran alivio.