En un artículo anterior (1) les comentaba cómo influye el lenguaje cotidiano en la depresión.
Sintéticamente, decía que la propia palabra es una de sus causas.
Ahora quiero hacerles un comentario sobre la depresión, pero asociándolo no sólo con el lenguaje sino también con la duda que me inspira la existencia del libre albedrío.
Podemos decir que la depresión es una especie de «cobardía moral».
Cuando un individuo o un equipo deportivo tienen bajo rendimiento, se dice de ellos que tienen la «moral baja».
Si el psicoanálisis tuviera razón, el deseo es un impulso a erradicar esa carencia (falta, falla, escasez) que nos sigue a todos lados y durante toda la vida, como si fuera nuestra sombra.
Por alguna razón (seguramente orgánica), algunas personas no pueden pagar los costos de satisfacer el deseo.
Dicho de otro modo: hay personas que no siempre satisfacen (resuelven, respetan) su deseo.
Alguien que sí puede satisfacerlo, acomete con valentía cada día de duro trabajo, se compromete afectivamente hasta las últimas consecuencias, corre riesgos, se divierte aunque después se sienta cansado, se endeuda porque confía en que podrá pagar, tiene varios hijos porque se tiene fe para ayudarlos a crecer, dice lo que piensa sin temer las críticas o represalias.
Diríamos de esta persona que «tiene la moral alta» o que tiene «valentía moral».
Metafóricamente digo que, en el cuerpo de una persona sana, cada célula trabaja, mientras que en un deprimido, gran parte de sus células, no trabajan.
Estas células inactivas son las que provocan el decaimiento.
Los defensores del libre albedrío condenan la cobardía y aplauden la valentía, aunque éstas no sean más que característica anatómica como la estatura, el color de la piel, o la agudeza visual.
(1) El diagnóstico perfecciona la enfermedad
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10 comentarios:
No se nada de biología, pero me imagino que las células inactivas son las células muertas. Metafóricamente podríamos decir que en el deprimido hay muerte en sus unidades vitales.
La lista de las cosas que hacen las personas que sí están en condiciones de satisfacer su deseo, me resulta completamente inaccesible.
Tengo amigas que nunca saben lo que desean porque siempre se han concentrado en cumplir con lo que deben hacer. También tengo amigotas que saben muy bien lo que quieren y lo consiguen a cualquier costo. Yo trato de moverme en el centro de ambas tendencias y soy la que está más estresada.
Los admiradores de la belleza femenina, defienden la delgadez y la estatura, aunque no sean más que características anatómicas.
Los jugadores de fútbol siempre tienen que conservar la moral alta, aunque ninguno crea en el libre albedrío. Ellos dicen claramente que su rendimiento se debe a la altura, el estado de la cancha, los errores del técnico, la falta de equipo, etc, etc.
Si la moral no es alta se puede levantar. Existen distintas técnicas; la demagogia y el circo son muy utilizadas.
Para levantarme la moral tengo que acicatearme con enormes carencias.
Cada vez que cambio el auto me asaltan enormes dudas que me paralizan. Entonces lo que hago es esperar a que lo cambie mi primo, y cuando él ya lo exibió frente a toda la familia, yo salgo como una fiera a cambiar el mío.
En el ejército la depresión no existe, porque allí son irrealizables los intentos de cura.
Es trágico! Una descubre cual es su verdadero deseo después de que ya decidió manejarse con el deseo suplente.
El deseo es una sombra que se alarga al atardecer, a la salida del trabajo, cuando las fantasías se abren y las posibilidades se cierran.
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