sábado, 6 de septiembre de 2008

¿Por qué esos cambios de humor?

Cuando tenemos más de un año, ya decimos algunas palabras, caminamos un poquito, y —dependiendo de nuestra evolución neuromuscular o de la ansiedad de nuestra mamá— quizá ella intente en algún momento dejarnos sobre un recipiente adecuado para que defequemos comenzando así el control de esfínteres, especialmente el anal porque es el que socialmente causa mayores inconvenientes.

Como les he comentado en otros artículos, cuando somos tan pequeños poseemos una idea de las cosas bastante particular, que luego se va modificando, hasta que llegamos a la edad adulta, cuando también tenemos una idea de las cosas bastante particular pero como somos más grandotes la sociedad no tiene más remedio que tolerar nuestras posibles rarezas.

En aquel entonces pensamos que nuestra caca es algo muy valioso, es parte nuestra, la fabricamos con amor, la depositamos en ese recipiente porque hemos entendido que mamá se pondrá muy contenta y como la amamos tanto, queremos hacerle ese valioso regalo. ¡Ella se lo merece!

No se imaginan ustedes cómo al pequeño se le parte el corazón cuando ve que ella, en un acto por demás incomprensible, tira nuestro regalo en el W.C. y luego hace correr bastante agua para que no queden ni rastros. Cuando llegamos a tiempo, podemos inclusive despedirnos de los excrementos deseándoles mejor suerte haciéndole ¡Adioooos! con nuestra manito.

Pues bien, esta tragedia espeluznante es tan penosa que por suerte la sacamos de nuestra conciencia, pero como queda medio perdida en el inconciente, no se extrañen si en algún momento, cuando somos adultos, nos ponemos tristes y nos convencemos de que todos los que nos rodean son unos ingratos, desamorados, desagradecidos, egoístas y malos.

¡Y ahora me enojé con ustedes! No sigo escribiendo porque quizá no sepan valorar el regalo hermoso que les estoy haciendo... :-)

●●●

22 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas veces me siento despreciada pero me parece raro que sea por eso que ni recuerdo.

Anónimo dijo...

Mi madre es una yegua, puso a mi hermanito en la pelela y a penas camina.

Anónimo dijo...

Este artículo está salpicado de ironías ¿no?

Anónimo dijo...

Tengo muchos cambios de humor pero el médico ya dijo que es hormonal.

Anónimo dijo...

¡Qué verdadero es eso de que los adultos somos más caprichosos que los niños! Nos prevalecemos del tamaño. Los pobrecitos sólo tienen la mala fama y son más débiles.

Anónimo dijo...

A veces tengo escapes de orín mientras duermo y esto me tiene muy angustiado. Nadie me da una solución.

Anónimo dijo...

Cada vez que mi hermanita hace popo el edificio se llena de un vapor pestilente que algún día va a generar la queja de los vecinos más olfativos.

Anónimo dijo...

Ahora confirmo algo que no había creido cuando me lo contaron de que los pequeñitos valoran sus excrementos.

Anónimo dijo...

Me interesa esta explicación de por qué a veces me siento desvalorizada. Espero que mi cabeza lo procese y algún día me mejore y deje de sucederme.

Anónimo dijo...

Me están gustando los temas de psicología infantil. Quizá cuando me reciba me especialice en eso.

Anónimo dijo...

Recuerdo que la empleada que había en mi casa se olvidaba de que me había sentado en la bacinilla y me quedaba la cola marcada y mi madre se daba cuenta rezongándola.

Anónimo dijo...

Nuestra sociedad tolera todo tipo de rarezas porque está enferma y no se puede levantar.

Anónimo dijo...

Si nuestra propia madre es capaz de tirar lo que producimos con nuestro cuerpo, fijate que no podés esperar nada de los demás.

Anónimo dijo...

Yo era una de esos niños que hacía adiós con la manito parada al lado del water...por eso las despedidas me resultan tan difíciles.

Anónimo dijo...

Estoy todo el día sin ir al baño, pero cuando llego a casa me vienen todas las ganas de golpe ¿por qué será?

Anónimo dijo...

Ya veo por qué ud. no es partidario de los regalos.

Anónimo dijo...

Los que están en contra del aborto no pudieron superar el trauma. No permitirán que se deseche nunca más ni una sola célula de su cuerpo.

Anónimo dijo...

Los esfínteres son anillos domesticados.

Anónimo dijo...

No se enoje Licenciado, ud. es mi pausa diaria, mi descanso.

Anónimo dijo...

Soy grandote pero la sociedad no me tolera nada.

Anónimo dijo...

Denuncio: mi sobrino divino tiene 10 meses y la trola de mi cuñada le pega cada vez que se hace encima. Se justifica diciendo que todos somos hijos del rigor. En este caso no va. El niño no alcanzó todavía el desarrollo neurológico necesario.
Desde acá te aviso que si persistís en esta animalada, hija de tu ignorancia, llamo a la línea azul.

Anónimo dijo...

Empezá por educar a tus hijos y después ocupate de los ajenos ¡conventillera!