jueves, 15 de mayo de 2008

Una brújula para la bruja

La convivencia depende en gran medida de que podamos complacer al otro haciendo por él/ella lo que le gusta y no haciendo lo que no le gusta.

A los hombres nos gusta ser superiores a la mujer en varios aspectos así como nos gusta que ellas sean superiores a nosotros en ciertos otros aspectos. Por ejemplo, queremos ser más fuertes físicamente, tener más don de mando, ser más agresivos y combativos, saber más de deportes, cómo hacer las compras más importantes (casa, auto, viajes largos), mecánica automotriz, política.

Nos gusta que las mujeres sean superiores a nosotros en belleza física, en los roles maternales (salud, alimentación, vestimenta, educación primaria), higiene y embellecimiento de la casa, cómo hacer las compras menos importantes (alimentos, ropa, consumos).

Resumiendo: Los varones queremos ser los amos del mundo y deseamos que las mujeres sean las amas del hogar que está dentro del mundo. Es fundamental entender que el hogar gobernado por las mujeres está dentro del mundo gobernado por los varones.

Esta descripción es muy genérica y admite miles de excepciones y aclaraciones pero tiene la virtud de señalar las pretensiones de la mitad (masculina) de la humanidad. Si se entiende esta idea (Atención: No estoy diciendo que esas pretensiones deban considerarse correctas, válidas, aceptables, éticas: Sólo digo que existen) es posible considerarla como un punto de referencia. Dada la desorientación que padecen las que se sienten frustradas porque no entienden al cónyuge, es un dato de inestimable valor.

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11 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido licenciado, ud me está diciendo algo que no quiero escuchar y es mi más ferviente deseo 'matar al mensajero'. Alégrese de que soy conciente de mis impulsos asesinos y de que puedo controlarlos.

Anónimo dijo...

Dicho así, en tan pocos párrafos y con una ausencia total de eufemismos, es algo gravísimo pero es cierto que yo tengo esas preferencias (con algunos matices que no hacen a la cosa).

Anónimo dijo...

Justamente en Uruguay se debatió ayer un proyecto de imponer una cantidad mínima de mujeres en el parlamento. No se aprobó y me parece que las primeras que tendrían que oponerse a esta pretensión de subsidio al género deberían ser ellas, porque se subsidia lo que por sí mismo no alcanza. Es como la pensión que se le concede a los ancianos indigentes, a los que padecen algún handicap que les impide ganarse la vida.

Que exista esta intención en un país es una prueba irrefutable de que las mujeres poseen destrezas diferentes a los hombres, al menos en la actividad política.

Anónimo dijo...

Me indigna sobremanera el desparpajo con que ud hace esta comunicación. Dudo sobre su rigor científico. No le creo. Me quita las ganas de seguirlo leyendo. Me parece que es una persona desconsiderada, carente de sensibilidad, obviamente que también me parece machista. Estoy extrañada de este giro que ha dado su pensamiento.

Anónimo dijo...

Yo tampoco estoy acostumbrada a tando descaro para decir cosas que sabe que nos van a molestar.

Debo reconocer sin embargo que en este caso concreto hay algo que me dice que el licenciado es honesto y que no es un misógino como parece insinuar una colega más arriba.

Anónimo dijo...

Hasta cierto punto yo tengo entendido que estos señores quieren eso que dice el psicólogo. Mi madre me educó muy bien para ser hipócrita y a no sentirme mal por eso. Él es feliz conmigo, yo lo dejo que él crea lo que se le antoje porque es bueno conmigo y con nuestros hijos. Todo anda bien. Hace falta usar la política también de puertas adentro. Algunas son un poco brutas o necias o demasiado orgullosas o incapaces de ser políticas.

En política siempre hay que decir lo que el otro quiere escuchar y hacer lo que mejor convenga al interés de las mayorías.

Anónimo dijo...

Este artículo es de una crueldad que no tiene fondo. Tengo que decirlo pero me deja sin palabras. Es indignante pero yo que lo soporto es que yo ya lo sabía pero había querido olvidarlo. Brrrr

Anónimo dijo...

Podría decirse que yo no soporté más a mi espsoa porque tenía la casa que era un chiquero y no porque mi madre fuera mejor que ella, pero yo soñaba con una casa ordenada y no lo conseguí. Es probable que eso no fuera lo único pero para cuarto de soltero, mejor me quedo solo.

Anónimo dijo...

Este texto me recuerda cómo mi mamá se divertía con las ocurrencias de mi hermanito que se quería hacer el hombre de la casa cuando mi papá estaba trabajando. Las pretensiones de estos señores demuestran más o menos la misma madurez.

Anónimo dijo...

Me detengo en este de querer sentirnos los amos del mundo y claro, la concisión que caracteriza los textos del licenciado lo obligan la mayoría de las veces a realizar apreciaciones gruesas y contundentes. Es cierto que los hombres queremos ser los amos del mundo si entendemos por tal un micro espacio imaginario dentro del cual nos movemos con nuestra crompañera: Trabajos, familias de ambas ramas, amigos y conocidos de ambos y de los hijos. Lo que él dice lo veo como si fueran dos círculos concéntricos el mayor de los cuales estaría siendo dominado por el varón y a su vez, dentro de éste el círculo de influencia de su compañera. En la antigüedad sería algo así como el reino y el feudo. En organizaciones más modernas, serían algo así como el presidente de la república y el gobernador de una provencia de esa república.

Anónimo dijo...

Estoy segura de que ambos queremos conseguir algo que nos parece lo mejor, lo ideal para realizarnos en la vida. El modelo que trae cada uno en la cabeza es probable que responda fielmente a qué es lo que nos hace sentir queridos, respetables, dignos. Si para sentir eso necesitamos protagonismo amplio, lo buscaremos. Si queremos ser muy influyentes dentro y fuera de nuestra casa, trataremos que buscar cargos públicos o privados de poder.

Me parece que es cierto que los hombres siempre han tenido mayor disposición a la generalidad mientras que las mujeres preferimos la singularidad, la intimidad, el nido.

Comprendo a las mujeres que se molestan con esta descripción de las pretensiones de los hombres pero las aliento a pensar que nosotras, generalmente, no queremos encargarnos de cosas tan ajenas, grandes, pesadas, estresantes, exhibicionistas, agresivas, bélicas.