domingo, 11 de mayo de 2008

No trates de entenderlo

Cuando tenía apenas veinte y pocos años, tuve una experiencia que marcó el resto de mi vida. Amaneció en Solanas del Mar una mañana de cine. El sol entró por la ventana de mi dormitorio y me dio justo en la cara porque había olvidado correr las cortinas al dormirme.

Sentía hambre, me levanté medio dormida y cuando fui a abrir la heladera para comerme algún trozo de pizza que hubiera quedado de la reunión que hicieron mis padres con algunos vecinos, tuve la sensación de ser abrazada y que alguien muy confiable entraba dentro de mí como si fuera una carta que se desliza dentro de un sobre.

Me dio la orden de ensillar y de cabalgar por la playa. Mecánicamente me vi haciendo eso, el caballo de mi hermana resopló cuando pasé a su lado porque se lleva mejor conmigo que con ella y aprovechando que se había ido, decidí usárselo.

Salimos al paso hasta bajar a la playa y él decidió ir hacia el este. Con las riendas casi sueltas, comenzó caminando y luego empezó con su galope característico que se parece más bien a una alfombra mágica.

Aquel espíritu que había entrado en mí como si fuera una carta no se había hecho notar hasta que me ordenó aminorar la marcha. A lo lejos, recortado por el contraluz vi a otro jinete como si fuera una publicidad de Marlboro. Seguí avanzando al paso lento pero alegre de Zafiro y la figura empezó a bajar del médano como para interceptarnos.

Cuando finalmente llegamos al vértice de un imaginario ángulo recto, ambos caballo se detuvieron y la mujer me miró. Sentí que algo se me movía en el estómago, tuve un poquito de miedo aunque ella no parecía atemorizante.

Se bajó de su caballo gris y caminó hacia nosotros. Cuando llegó a donde nosotros estábamos, tendió los brazos como se le hace a un niño para alentarlo a caminar y me sentí impulsada a que mi cuerpo bajara. En sus ojos había una sonrisa y nos empezamos a abrazar sin salir del lugar. Sus manos masajeaban mi espalda y sentí que aquello que había entrado como una carta en un sobre, salía como si ya hubiera llegado al destinatario.

Esta mujer hoy es mi mejor amiga. Nos queremos y nos apoyamos tanto espiritual como materialmente. Aunque vivimos muy distantes una de la otra, hemos pasado por momentos de felicidad y de amargura y ella siempre estuvo en mí como eso tan hermoso que es una amiga.

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8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó porque me trajo el recuerdo de cuando mis padres estaban en una buena posición económica y teníamos una casa en un balneario. Después vino su enfermedad, la ruina económica y ahora todo es mucho más triste, pero sólo me quedan los hermosos recuerdo de aquella tribu de amigos con los que no quise reunirme más porque la decadencia me da vergüenza.

Anónimo dijo...

Tengo un amigo del alma, un ser superior que según dice a mí también me considera un ser superior. Tengo dos hermanos pero ninguno me inspira tanto afecto como él. Son cuestiones de piel.

Anónimo dijo...

No me gustan estos temas un poco sobrenaturales, prefiero la cosa más realista, sin fantasmas. Para fantasmas ya tengo los propios que bastante me atormentan. ji-ji

Anónimo dijo...

Está bueno porque me pareció estar ahí. Aplaudo.

Anónimo dijo...

Como me gustaría no tenerle miedo a los caballos, pero cuando era chico me llevaron a un parque de diversiones y cuando me pusieron al lado de uno el caballo se movió y me puso una pata arriba de mi pie que me dio mucho dolor. De ahí en adelante sólo puedo mirarlos pero no me animo a subirme.

Anónimo dijo...

¿De dónde saca todas las imágenes que pone en sus artículos? ¿Las saca ud mismo? ¿Cuántos son uds?

Anónimo dijo...

Sueño con tener un día una amiga en la cual pueda confiar. Hasta ahora he tenido un fracaso detrás del otro. A veces digo que las mujeres somos un desastre. Hasta me parece que mis mejores vínculos los he tenido con putos. Debo ser yo que hago algo mal.

Anónimo dijo...

Lo que comenta Víctor da para que yo también comente que puedo andar a caballo pero el corazón me trabaja a mil y cuando echa las orejitas para atrás, me late más fuerte porque me parece que se pone desconfiado de mí. Los disfruto pero también les tengo un poco de miedo. Son hermosos.