sábado, 24 de mayo de 2008

Dime lo que te digo que me digas

Usted y yo sabemos que casi ningún perro podrá resistir la tentación de traer un trozo de madera que le hayamos tirado lejos. También sabemos que un gato de ley no podrá evitar el jugar con una bolita de lana que se mueva. Las gallinas encuentran que los granos de maíz son irresistibles.

Parece mentira que estén tan condicionados por su instinto. ¡Qué previsibles que resultaron!

Ellos no necesitan que nadie los defienda pero igual quisiera proponer una reflexión porque viene al caso.

Si uno le comenta a los compañeros de trabajo que nuestro cónyuge es un desastre, que ya no aguantamos más, que la vida así es insufrible, alguno hablará en nombre de la mayoría para proponer sabiamente que terminemos con esa relación tan patológica.

Cuando comentamos ante nuestros parientes que el niño está muy desobediente, que prácticamente comete actos vandálicos y que no sabemos cómo moderar su inconducta, pasaran unos milisegundos antes de que alguien pida la palabra para proclamar una especie de estado de sitio dentro de ese hogar ilegítimamente perturbado por un infame sedicioso.

Para no extenderme más porque usted ya entendió cuál es la idea que propongo en este artículo, la pregunta maligna es: ¿De quién será la responsabilidad de las decisiones que se tomen a partir de los consejos recibidos de quienes asesoran de forma tan instintiva como un perro que va a buscar un trocito de madera?

●●●

14 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Somos unos autómatas? ¿Somos robots? NECESITO UN INFORMATICO YA!!!

Anónimo dijo...

Además de los que hacen esos tres animalitos, no puedo contenerme ir a la cama con casi cualquier mujer que me toque los botones predeterminados.

Y cuando digo 'cualquier mujer', estoy diciendo justamente eso.

Eso sí, también me considero un heterosexual pasivo porque a mí no me dan ganas de tomar algún tipo de iniciativa. Me muestran un par de senos, de gluteos, de piernas y reacciono.

Anónimo dijo...

Solamente una vez me pasó lo que cuenta Evaristo, con tan mala suerte que ella sólo quería reírse de mi respuesta incontrolable. Una mala bicha me tocó para desgracia.

Anónimo dijo...

Me parece que el tema del artículo es un poco otro. La idea es que a veces nosotros hacemos cosas para que otros hagan ciertas otras que luego nosotros preferimos interpretar como que fueron "en uso de su libre albedrío" cuando lo que realmente pasó es que los indujimos sin darnos cuenta de que lo estábamos haciendo.

Anónimo dijo...

¡Me dieron caza! A mi me parecía que estaba haciendo algo así pero jamás se me ocurrió detenerme para observarme.

Es más aún: tengo mucha habilidad muy buena para lograr que los otros me den algunos consejos que a mi me servirá seguir, siempre diciendo que actúo "según lo que me dijeron".

¡Soy una artista!

Anónimo dijo...

Hace más de cinco años que trabajo en una empresa como informático y es notable lo programado que estamos todos los que trabajamos ahí. Los días de descanso no sabemos qué hacer.

Anónimo dijo...

Me hiciste reír con eso de "infame sedicioso". Era la expresión que me estaba faltando para el etarra que tenemos en casa. jajaja

Anónimo dijo...

No dejen de leer el comentario de América que aclara de más. ¡Tu sí que tienes claridad América! Gracias y Saludos.

Anónimo dijo...

Los mejores profesionales de cualquier tipo son los que le dicen al consultante lo que estos desean escuchar.

Hay un capítulo de Mr.Bean en el que él se manda unas postales para navidad y luego -cuando las recibe- pone cara de alegre sorpresa.

Intento parecerme a América en aclarar la idea. jo-jo

Anónimo dijo...

Está bien, es cierto que una apela a este método (y probablemente a muchos más) para tratar de disimular que toma ciertas decisiones desagradables, pero es legal, no tiene nada de malo. ¿Cuál es el problema en actuar así?

Anónimo dijo...

Hago eso mismo con mis padres porque ya sé bien segura qué piensan de varios temas. Además ellos también se prestan gustosos al juego porque a pesar de que ya soy grandecita y que no necesito que ellos me den consejos, es como una especie de revival de cuando ellos eran jóvenes y yo una tierna pequeñuela que no hubiera podido sobrevivir sin la sabiduría de ellos.

Todos ganamos. Continuaré haciéndolo pero ud también continúe haciendo esto de explicar bien clarito qué hacemos sin darnos cuenta. A mi me sirve y seguiré leyéndolo aunque a veces dice cosas un poco agrias de tragar.

Anónimo dijo...

Espejito, espejito, dime por favor lo que quiero que me digas. No me contraríes. No tolero una desilusión más. Ya no tengo de dónde agarrarme. Estoy desprendida del planeta. Ya no le resulto atractiva ni a la ley de la gravedad.

Anónimo dijo...

Un día, mi mejor amigo me traicionó de la peor manera. Mi cuerpo hizo algo y cuando el médico me tuvo que informar sentí antes de que hablara que me iba a decir algo que yo quería cambiar antes de que se convirtiera en palabras. Pero no pude: me lo dijo de un tirón y a partir de ahí todo se convirtió en una larga noche. Hace muy poco tiempo que volvió a brillar el sol para mí, pero fueron meses de una noche agónica. No tuve ningún dolor físico pero cuánto miedo pasé! Todavía no me autorizo a estar tan alegre como debería porque tengo terror de que algo malo vuelva a suceder. Cruzo los dedos, le rezo a Dios, escribo este comentario ni sé por qué.

Anónimo dijo...

Hoy es sábado y no trabajo. Leí lentamente el artículo, cada uno de los comentarios.

Me gusta venir acá porque se respira un aire más fresco que en el resto de la red donde predomina lo bizarro.

Cuento a ud que lo que hago es lo siguiente: Cuando necesito ser mimado, voy a uno de los mejores spa que tenemos en la ciudad, pago una tarifa que para mi economía es bastante alta, pero me aseguro que me van a hacer sentir como si fuera alguien muy importante. Lo del masaje ocupa un segundo lugar. Ellos son expertos en acariciarme el ego y lo logran con total acierto.

De hecho algo parecido a lo que dice el artículo: le pago a quien sé que me va a dar lo que estoy necesitando, pero ninguno de los dos explicita el verdadero motivo.