miércoles, 20 de noviembre de 2013

No siempre buscamos la comodidad

  
Por cómo buscamos enfrentar los problemas inherentes a gestar hijos, parece que no siempre rechazamos tener problemas y angustia.

Estaremos de acuerdo en que tener hijos, engendrarlos, gestarlos, parirlos, es un mandato natural. Estamos instintivamente predispuestos para realizar estas acciones.

Sabemos que estos emprendimientos, (tener hijos), nos someterán a realizar mucho esfuerzo, preocuparnos, privarnos de diversiones, quizá postergar definitivamente anhelos, pasaremos noches sin dormir, sentiremos angustia cuando demoran en llegar de sus paseos, diversiones o actividades.

Objetivamente, tener hijos es buscar, y encontrar, muchas molestias, incomodidades, insatisfacciones, frustraciones. La pregunta que surge sin que nadie la estimule es: ¿por qué los humanos nos metemos en estos emprendimientos que parecen ser tan inconvenientes?

La primera reacción de muchas personas suele ser de escándalo. La pregunta parece criticar negativamente una acción que cualquier cultura aprueba fervorosamente.

Aunque suene inadecuada es necesario formularla para poder seguir adelante.

Sin no nos hiciéramos esta pregunta no podríamos abordar la hipótesis según la cual los humanos no siempre buscamos el placer, la diversión, el alivio, el descanso, la ausencia de preocupaciones, el dormir todas las noches sin interrupción.

Estamos en condiciones de afirmar que los humanos también podemos disfrutar de toda esa cantidad de molestias que inevitablemente nos acarreará el fecundar hijos.

Más aún: la muerte de un hijo quizá provoque el dolor moral más terrible de los que podemos padecer. Por lo tanto, si perdemos esta fuente permanente de malestares, preocupaciones y angustias, estaremos peor que nunca.

Estas experiencias que tenemos con nuestros hijos, y que estoy resumiendo como la exposición a fuertes padecimientos anímicos que nunca desearíamos perder, pueden sugerirnos la hipótesis de que no solo en el caso de tener hijos buscamos malestares. Quizá busquemos inconvenientes, problemas y dificultades también en otras ocasiones.

No siempre rechazamos la angustia de la que tanto queremos alejarnos.

(Este es el Artículo Nº 2.086)


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