Les comento una posible explicación de por qué los varones
estamos tan pendientes del tamaño del pene.
Las mujeres suelen burlarse de los varones
preocupados por el tamaño de su pene.
Siendo que con apenas 8 centímetros de largo
estamos posibilitados para contribuir a la conservación de la especie, soñamos
con tener instrumentos genitales mayores: 15, 20, 25
centímetros.
Quienes
los poseen suelen trabajar como artistas
porno, pero Photoshop es un software capaz de hacer cambios en las
fotografías como para que, al mirarlas llenos de envidia, sigamos pensando que
nuestro órgano reproductor es realmente patético.
Sería
obvio decir que esta es una manía machista, pero no sería tan redundante
comentar que aquel castigo bíblico que nos condenó a sudar y a tener dolores de
parto podría ser una causa eficiente de esta preocupación masculina.
Obsérvese que actualmente muchas respetables
personas concurren a gimnasios para forzar el sudor, no solo en el sauna o en
los baños turcos, sino también tratando de levantar objetos pesados u otras
actividades igualmente inútil y generadoras de sudor.
Por lo tanto, el castigo bíblico no fue como
se dice sino que pasó lo siguiente: Cuando Adán y Eva comieron la manzana vino
la orden del jerarca máximo (Dios) de echarlos del Paraíso, por desobedientes.
Quien les dio la mala noticia, por piedad o por temor a que Adán matara al mensajero, les comunicó la información
agregándole un consuelo: «Miren que fuera del Paraíso podrán disfrutar sudando
y sufriendo en los partos».
Efectivamente,
en las mujeres existen dos tipos de dolor: el común, el que tenemos todos, el
que nos obliga a evitarlo, y el exclusivamente femenino, el que las hace gozar
cuando paren.
Esto
explica todo: los varones querríamos entrar y salir de la vagina con penes tan
grandes como niños.
(Este es el Artículo Nº 2.074)
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