viernes, 15 de noviembre de 2013

El temor y la falta de concentración


Podría decirse que cuando alguien no puede concentrarse es porque padece un miedo difuso. Podemos concentrarnos cuando podemos atacar.

Al observar la naturaleza vemos que los animales tienen una anatomía adecuada al lugar donde viven y a su temperamento natural.

En este sentido, los animales que tienen los ojos en el plano frontal, (felinos, simios, lechuzas), son cazadores y los que tiene los ojos en el plano lateral, (caballos, vacas, gallinas), necesitan cuidarse para no ser devorados.

En otras palabras, los cazadores pueden hacer converger sus miradas para atacar a la presa que les dará alimento, mientras que los cazados pueden ver todo alrededor sin mover la cabeza.

Los cazadores solo miran hacia adelante y los cazados miran todo alrededor.

Esto nos llevará a suponer que los animales que pueden focalizar su mirada, (hacerla converger en un punto delantero), son agresivos, mientras que los animales que pueden ver a su alrededor son huidizos.

Con estos datos de la naturaleza observemos qué ocurre con los humanos.

Dada la ubicación frontal de nuestros ojos somos animales depredadores. Cuando estamos amenazados, o nos ubicamos dándole la espalda a una pared o nos asociamos con otros seres humanos para que, entre todos, podamos ver a nuestro alrededor.

Los animales agresivos como nosotros le prestamos atención a lo que está adelante y no podemos atender el resto del escenario, eso sí, cuando sentimos temor de lo que nos rodea, dejamos de prestar atención focalizada y tratamos de prestarle atención al entorno.

Mirar solo para adelante en actitud depredadora es estar concentrados y prestarle atención a todo un poco, es estar desconcentrados, quizá también distraídos.

Cuando alguien está concentrado está en actitud agresiva, combativa, de ataque y cuando alguien está desconcentrado está en actitud defensiva, atemorizada.

La agresividad nos concentra y el miedo nos distrae.

(Este es el Artículo Nº 2.081)


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