La mujer tiende a ser monógama, pero cuando se siente
frustrada con la condición femenina podría imitar la poligamia masculina.
Como he mencionado en otros
artículo, les propongo un punto del vista según el cual las hembras humanas, de
forma similar a como lo hacen otras hembras mamíferas, son las que, cuando
entran en celo (ovulan), convocan a algún varón para que las fecunde.
Ellos, cuando una mujer los
seduce para convertirlos en padres de sus hijos, concurren casi ineludiblemente
dejando de lado otros compromisos de fidelidad anteriormente pactados con otra
mujer y sus familiares.
En otras palabras: si un
hombre es invitado a fecundar una mujer diferente a su esposa, casi seguramente
lo hará aunque sepa que eso puede acarrearle la pérdida de la relación
matrimonial ya concertada.
Las mujeres no eligen a
cualquiera como padre de sus hijos. De alguna manera ellas seleccionan con gran
determinación y hasta podrían abandonar su vocación materna si no logra hacerlo
con el hombre elegido.
Los varones, por el contrario,
casi no eligen sino que atienden sexualmente a todas las mujeres que lo
seduzcan.
A veces ocurren hechos que
pondrían en duda estas descripciones. Me refiero a las ocasiones en que desean
tener sexo indiscriminadamente con cualquier hombre. Cuando esto ocurre suele
no pasar de unas pocas (aunque llamativas) experiencias.
¿Qué le ocurre a una mujer que
actúa de manera tan poco frecuente?
Desde mi punto de vista, ellas
pueden actuar de ese modo porque desean causarle una molestia al hombre que las
defraudó. Es muy frecuente que, aplicando la antigua Ley del Talión, caigan en
una especie de desenfreno erótico para vengarse del
compañero que infringió un pacto de mutua exclusividad.
La mujer tiende a ser monógama pero cuando se siente
frustrada con la condición femenina podría imitar la poligamia masculina.
(Este es el Artículo Nº 2.093)
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