Para algunas mujeres, extenuar económica o
sexualmente al marido son las estrategias más eficaces para garantizar la
fidelidad del esposo.
Algunas formas de interpretar
la realidad son imprescindibles para que las cosas ocurran como ocurren.
Imaginaré dos situaciones
entre un varón y una mujer que podrían ser ejemplos aproximados de cómo
funcionan algunas parejas.
a) Ella siente que tiene que
gastarle todo el dinero que él gana e inclusive presionarlo para que le dé más.
En este caso ella se siente valorada como
mujer si está con un varón que trabaja hasta el agotamiento y que se priva de
sus gastos personales con tal de mantenerla tal como ella le exige.
La de ella es una actitud militante,
probablemente secundada por su propia madre, quien eventualmente la ayuda a
gastar para que la presión sobre el hombre sea lo más efectiva posible.
¿Qué logra con esta actitud?
1) Sentirse valiosa, importante, respetada,
considerada, entronizada, puesta en un pedestal;
2) Asegurarse de que él no podrá solventar una
doble vida manteniendo otra familia;
3) Demostrar a las demás mujeres cuán valiosa
es, de cuántas comodidades dispone, qué envidiable es su vida;
4) Seguir obedeciendo a su mamá y halagándola
como la señora pretende que haga su hija.
b) Ella
siente que tiene que extenuar sexualmente a su esposo.
La de ella es una actitud militante, se
propone agotarlo físicamente, se presenta como erotómana, finge estar
absolutamente fascinada por el (imaginario) atractivo físico del esposo.
¿Qué logra con esta actitud?
1) Sentirse una hembra fatal, según su forma
de entender lo femenino y el rol de la mujer en
una pareja;
2)
Asegurarse que él no dispondrá de energía para tener relaciones sexuales con
otras mujeres;
3)
Demostrarle a las demás mujeres cómo se hace para garantizar la fidelidad de un
hombre.
(Este es el Artículo Nº 2.080)
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