A veces fracasan nuestras gestiones porque creemos
pedir ayuda, pero lo que realmente hacemos es descargar nuestra frustración
contra cualquiera.
Este artículo también está
vinculado con aquella antigua consigna que sigue diciendo «Conócete a ti
mismo».
Si esta recomendación conserva su vigencia es porque continuamos
desconociendo a nuestro mejor amigo (nosotros mismos).
Por ejemplo: comienza mi tarea diaria a la hora 5:35 del día lunes. Enciendo
la PC y observo que no se conecta a Internet, por lo cual mi tarea se verá
severamente obstaculizada.
Malestar, furia, frustración, insultos, meditación, búsqueda de
alternativas, aumento de la ventilación y de la
circulación sanguínea, ¿qué hago?, necesito derrocar a este gobierno que no me
suministra ADSL en forma ininterrumpida, adelantaré la ingesta del sedante
porque esto me pone muy nervioso, llamaré por teléfono a la compañía que me
provee el servicio.
Una vez en línea, mis
actitudes pueden ser dos:
1 - Pido, de muy malos modos,
para hablar con el jefe, encargado, responsable. Mi tono sería más adecuado
para el dueño de la empresa, el cliente más importante, el ministro de
comunicaciones;
2 - Necesito que alguien
de ustedes me ayude—, le digo a la voz que me atiende. «¿Qué problema tiene,
señor?», me responde la voz. Le cuento brevemente, para no aburrirla. Entonces
la voz deriva mi llamada a otro y a otro y a otro teléfono.
Casi todos los nacidos en la cultura occidental creen en el dualismo cartesiano, esto es, que el ser humano está compuesto por dos partes:
un cuerpo y un espíritu.
Como es muy probable que usted integre la mayoría, resumo la
idea diciéndole:
1 – Si llamo para desahogar mi furia sobre cualquiera estoy
gobernado por mi amor propio (espíritu);
2 – Si llamo para pedir ayuda estoy gobernado por mi
necesidad de ADSL (cuerpo).
(Este es el Artículo Nº 2.078)
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