Un maestro de escuela,
Óscar Tabárez, dirigiendo el seleccionado de fútbol, nos está reeducando a
todos los uruguayos.
Solemos pensar que por filosofía debe entender un
conjunto de ideas abstractas, muy teóricas y nada prácticas, sin embargo, por
filosofía también puede entenderse otra cosa: es como el sistema operativo de
nuestra mente.
Si entendemos que un sistema
operativo es el programa que le permite a una máquina boba entenderse con un usuario inteligente, casi de igual-a-igual, podemos resumir estas
ideas diciendo: por filosofía debemos entender el conjunto de conocimientos,
teorías, creencias, prejuicios, aprendizajes, reflejos condicionados, con los
que interpretamos la realidad e interactuamos con ella.
Por lo tanto, con esta otra
acepción de la palabra filosofía,
llegamos a la conclusión que todos tenemos alguna y que sin ella no podríamos
participar inteligentemente ni en la naturaleza ni en la sociedad.
Más precisamente, una filosofía
no es una teoría sino una práctica.
Uruguay, el país donde vivo, tiene una población total de
tres millones y pico de habitantes. En términos comparativos, somos menos
uruguayos que los habitantes de algún barrio de San Pablo o de Bogotá; sin
embargo, llama la atención la cantidad de campeonatos de fútbol conquistados
desde 1930 hasta hoy.
En este país siempre se habló de la garra charrúa, queriendo significar que heredamos el temple de
una tribu muy combativa que vivió en este territorio antes de que fueran
exterminados por algún genocida de triste recuerdo.
Nuestros jugadores eran groseros, mal intencionados,
violentos, tramposos y así ganamos varios campeonatos. Después empezó una era
de fracasos porque en los demás países empezaron a neutralizar nuestra
prepotencia con una filosofía
deportiva notoriamente superior a la nuestra: nobleza, educación, respeto.
Un maestro escolar (Óscar Tabárez) asumió la dirección
técnica de nuestra selección deportiva y nos está modificando la filosofía a todos.
(Este es el Artículo Nº 2.084)
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