No sabemos tanto como suponemos, inclusive sobre nosotros mismos tendríamos que preguntarle a quienes nos conocieran bien.
Si le preguntamos a un niño qué
es la niñez seguramente nos responderá algo para no frustrarnos, pero
difícilmente nos entregará una respuesta muy coherente. Sin embargo, si a un
adulto le preguntamos qué es la niñez, seguramente nos responderá con una
conceptualización de sus propios recuerdos infantiles.
De estos hechos más o menos
constatables, podríamos deducir que las cosas se ven mejor desde afuera que
desde adentro.
Encontramos muchos motivos para
suponer que esto es cierto. Para conocer necesitamos una distancia óptima, un
punto de vista adecuado. Estar adentro de la situación no suele ser el mejor
lugar, así como estar demasiado lejos tampoco lo es.
De esta mínima observación
podríamos decir que los adultos no sabemos qué es ser adulto y tampoco tenemos
a quien preguntarle porque después de la adultez casi no tenemos una etapa
superior, sin dejar de reconocer que algunos ancianos lúcidos podrían ejercer
ese rol, es decir, serían capaces de saber qué es ser adulto aunque no sabrían
decir qué es la ancianidad.
Si nos envalentonamos con estas
reflexiones y vamos un poco más allá, tendríamos que aceptar que los únicos que
no sabemos quiénes somos somos nosotros mismos.
En caso de que alguien nos
preguntara a boca de jarro «¿Usted quién es?»,
solo podríamos balbucear el nombre completo, el número de documento de
identidad y algún otro dato de esos que llenan los formularios oficiales. Si el
preguntón insistiera, tendríamos que conseguirle la respuesta consultando a
alguien que nos conociera: padres, hermanos, cónyuge, hijos, conserje del
edificio.
Algo que parece claro es que
estoy obsesionado con la soberbia. Por eso,
cada poco segrego algún
artículo para fundamentar que los humanos no sabemos tanto como creemos.
(Este es el Artículo Nº 1.865)
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12 comentarios:
Podemos conocernos un poco. Ese poco alcanza como para arreglárnoslas bastante bien.
Cuando creí que me conocía hice click y empecé de cero nuevamente.
No me gusta lo que opinan los otros que dicen conocerme.
La sobervia pulula por todos lados Doc. Usted no deje de segregar. Nunca está demás.
Las mujeres nos tienen calados. Coincido con Mieres; ellas saben mucho de nosotros.
Recomiendo que escuchen el videocomentario.
Hay personas que cuando le preguntás ¨¿quién sos?¨, entran en una especie de catarsis afiebrada que puede durar una madrugada entera.
El momento en que tuve más claro quien soy, fue cuando quedé en el Clearing.
Cada vez que escucho a alguien hablar de la vejez, enseguida pienso: ¨este es un reencarnado¨.
Los que mejor me conocen son los que me vigilan
Lo que nosotras sabemos de ustedes es lo mejor y lo peor. La mayor parte de lo que son, que está en el medio, a nosotras se nos pasa desapercibida.
Pienso que tenemos distintos compartimentos. Algunos sólo los pueden ver los de afuera; otros sólo nosotros.
El adulto puede conceptualizar la niñez, pensarla, teorizarla; pero quien sabe de verdad qué es la niñez, es el niño.
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