Así funciona nuestra
psiquis. Por eso las leyes prohibitivas estimulan eso que prohíben y los
castigos los estimulan aún más.
La sabiduría popular dice que «los humanos somos hijos del rigor» y es cierto,
solo que como nuestra cultura sostiene el prejuicio según el cual las verdades
son verdades exclusivamente cuando están expresadas con un registro de habla
doctoral, académico y pomposo, pensamos que esta aseveración es una opinión, un
chisme o simples cosas que la gente repite.
La expresión popular «somos hijos del
rigor» podría expresarse diciendo que la psiquis está dinamizada por la
represión, o que la energía humana depende en gran parte de las inhibiciones
impuestas por la sociedad, o que la intensidad del deseo depende de los
obstáculos que se oponen a su satisfacción.
Como los humanos psicólogos y no psicólogos intuimos que esto es así,
los humanos ingenieros inventaron las represas hidroeléctricas que no son otra
cosa que una metáfora de la represión psicológica.
Efectivamente, el freno interpuesto artificialmente al caudal de agua
que fluye por la cuenca de un río, es una forma de represión, es la metáfora de
la prohibición del incesto.
Lo repito sin la metáfora: la prohibición del incesto es un freno
interpuesto artificialmente al deseo sexual al solo efecto de potenciar su
intensidad.
Esta prohibición equivale al muro que atraviesa un río para que la
acumulación de agua (deseo) genere consecuencias beneficiosas para quienes lo
construyeron.
Como vemos, si prohibimos cierta expresión de la sexualidad provocaremos
un incremento de esta función, con lo cual, cada individuo, en lugar de tener
uno o dos hijos con su madre o con su hermana quizá tenga seis o siete con
cualquier otra mujer.
Así funciona nuestra psiquis. Por eso las leyes prohibitivas estimulan
eso que prohíben y los castigos los estimulan aún más.
(Este es el Artículo Nº 1.873)
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