Quien se irrita con la conducta de otro en realidad se enoja
con los defectos propios proyectados en el censurado.
Días pasados, en un video que complementa el
artículo titulado Nuestro representante
James Bond (1), les decía que prefiero estudiar al ser humano mirando
películas en vez de entenderlo leyendo libros. Estos suelen aburrirme, y peor
aún, suelen darme las ideas digeridas por el autor; las películas, sin embargo,
nos muestran situaciones que los amantes del cine y del psicoanálisis
utilizamos para hacernos de cuenta que estamos en una sesión de análisis
escuchando y viendo a los consultantes más fascinantes (los personajes de cada
film).
Hace
más de 30 años quedé hechizado con una serie de tres películas sobre las
aventuras de un mestizo domador de potros norteamericano llamado Billy Jack
(2).
Este héroe bueno, fuerte, justiciero, defensor
de los débiles y especialista en ayudar a los eternos fracasados, cierta vez
dialogó con el anciano sabio de una tribu.
Billy Jack — ¿Cómo puedo yo llegar a conocer
mi lado malvado, abuelo?
Abuelo indio — Por las cosas en otros que
hacen enojarte. Doquiera que te molestas por algo o alguien, es debido a que
esa cualidad que te altera realmente existe en ti. Siempre es más fácil
ver el mal en otra persona. Y al tratar de cambiar a esa otra persona, crees
que te estás deshaciendo de tu propio mal, de tu propia sombra. Se requiere de
una valentía sobrehumana para ver que esta falta realmente existe en ti, que lo
que realmente estás odiando y tratando de cambiar es una cualidad de ti mismo.
Durante mucho tiempo creí que
los indios realmente poseían esa sapiencia, pero luego, golpeado por la vida,
comencé a pensar que en realidad era el libretista quien había estudiado
psicoanálisis..., pero esa película me educó.
(Este es el Artículo Nº 1.879)
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