viernes, 5 de abril de 2013

La irritante rigidez de los roles


Las luchas por igualar a hombres y mujeres serían menos estresantes si tuviéramos culturalmente permitido cambiar de roles libremente.

Para darnos cuenta si estamos actuando según los dictados de la Naturaleza o de la cultura, tenemos que detenernos, observarnos, analizar, estudiar, meditar.

Sin embargo, discernir cuál es el origen de nuestros actos no es algo que nos intereses frecuentemente. Más bien actuamos lo mejor que podemos, sobre todo para sentirnos cómodos, para no traernos problemas y suponiendo que la situación actual será reemplazada por otra similar.

Por ejemplo, cuando estamos trabajando desempeñamos nuestro rol habitual (vendedor, administrativo, vigilante, cobrador) hasta que el reloj indica que podemos irnos para nuestra casa. En el vehículo de transporte haremos lo necesario para que el traslado carezca de tropiezos. Llegamos a nuestro hogar y ya no actuaremos ni como empleados ni como pasajeros, sino como padre, madre, hijo, abuelo.

En cada rol, ¿estamos cómodos, querríamos cambiarlo, nos aterroriza modificarlo? No sabemos qué puede inducirnos a cambiar o a conservarlo. Según algunos pensadores, cualquier rol está determinado por la sociedad porque los factores anatómicos, (hombre o mujer), no son suficientes, es la cultura la que nos obliga a comportarnos de cierta manera y tendemos a pensar que está bien que así sea siempre.

Algunos militares a veces desearían jugar un rol de menor responsabilidad y otras veces desearían jugar un rol de mayor autoridad. Un médico puede desear ser enfermero y viceversa. El gerente, abrumado por los problemas, puede envidiar al mensajero y este quizá sueñe con las ventajas de ser gerente.

Las luchas por igualar a hombres y a mujeres serían menos tensas y crispadas si estuviera permitido jugar libremente en uno u otro rol, sin la condena severa que nos impone la cultura, pues es real: no siempre queremos ejercer nuestro sexo asignado.

(Este es el Artículo Nº 1.858)


13 comentarios:

Flavia dijo...

Me parece divertido el juego de cambio de roles. En lo sexual, pero también en lo laboral. ¡Cómo me gustaría experimentar el rol de mi jefa y que ella experimentara el mío! Tengo la idea o fantasía de que a mí me gustaría estar en su lugar y a ella le irritaría estar en el mío.

Marcos dijo...

Uno se ubica en un rol determinado, y a su vez otros te lo adjudican. Una vez que ocupaste ese rol, es difícil salirse de él.

Anónimo dijo...

Por suerte ocupamos varios roles. En algunos lugares me siento más valorado que en otros.

Anónimo dijo...

En lo sexual soy bastante libre pero me cuesta más cambiar de rol en lo que se refiere a las conductas típicas del género. De vez en cuando me gustaría hablar como un hombre, fumar como un hombre, imitar los gestos, las actitudes, la forma de vestir, de un hombre. Hay muchas más trabas sociales para estas conductas que para el comportamiento sexual, que se reserva al ámbito de lo privado.

Adriana dijo...

Veo muchas más resistencias en los hombres en cuanto a ocupar roles femeninos que al revés.

Julián dijo...

Es cierto, actúo de determinada forma para sentirme cómodo, no necesito hacer experimentos extraños.

Yoel dijo...

Últimamente pongo especial atención en disfrutar los roles que me toca cumplir y por supuesto, también los que elijo. Sin embargo me doy cuenta que hay roles que ni siquiera tomo en cuenta. No pasa por mi cabeza la posibilidad de ocuparlos.

Iris dijo...

La lucha por igualar a hombres y mujeres es imposible. Evidentemente somos distintos. Muchos deberes y derechos pueden ser compartidos e igualados... ¿pero pueden serlo todos?

Lautaro dijo...

Algunas personas eligen el rol de los tropiezos, las disputas, confrontaciones, discusiones inútiles.

Filisbino dijo...

Actuamos, también, siguiendo los dictados de la moda. La moda es cultural, y tiene el agregado de ser compartida por un amplio grupo. Por un lado la moda nos coacciona, y por otro nos aporta seguridad y protección.

Facundo Negri dijo...

Ocupemos el rol que ocupemos, siempre seremos los mismos.

Olga dijo...

No estoy de acuerdo con Facundo. Cambiamos mucho según el rol que cumplimos. Está como ejemplo la típica diferencia entre ocupar el rol de madre o el rol de abuela.

Evaristo dijo...

Cambiar de un rol masculino a uno femenino o viceversa, en lo sexual, implica una mayor libertad de expresión de lo que somos.