domingo, 3 de abril de 2011

Mayoría de edad

Terminé el liceo, las calles aún están húmedas pero el cielo sigue gris como una rata.

Los sonidos son tan apagados como cuando me tapo los oídos con las almohadas para imaginar qué le pasa al abuelo cuando protesta porque no nos oye.

Aunque voy para mi casa no sé en realidad para dónde voy porque esta cartulina que me exonera de seguir yendo a clase en realidad me está quitando una tarea que justificaba mi inactividad.

¿Podré seguir comiendo sin sentirme un parásito como dice mi madre de su hermano que vino a casa provisoriamente hace casi un año?

Mis comienzos no pueden ser peores. Todavía no empecé a trabajar y ya estoy endeudado. Tuve que pedirles mil pesos a esos vagos delincuentes que ya empezaron a ponerse groseros y hasta violentos porque la suerte no se me da y no recupero todo lo que perdí para devolverles y dejen de molestarme.

El más amable ya me amenazó con decirle a mis padres y al socio.

Si le dice a mi padre quizá sólo hayan unos gritos pero si le cuenta al socio también habrán golpes, tirones de pelo y sobre todo, humillación.

Lo peor es que el único al que puedo contarle lo que me pasa es a mi tío que no tiene ninguna posibilidad de ayudarme porque él hace años que no trabaja y su novia cada vez le pasa menos dinero.

Hay una posibilidad que no sé bien cómo será porque hasta ahora sólo me han avisado que me quieren para un trabajo.

No puedo seguir esperando y me guiaré por esta señal del destino. Por algo me desvié sin darme cuenta y vine a parar a la casa del tipo que me busca. Llamaré a su puerta y dejaré que la suerte siga encargándose de mi vida.

- Hola, Marito!, (susurrándole) ¡no sabes con cuánto deseo te esperaba! (en voz alta) ¡Adelante! ¡Pasa!

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9 comentarios:

Lina Mórtimer dijo...

Pobrecito, sigue pensando que en esta carretera desolada habrá alguna señal que lo pueda guiar.

Héctor dijo...

Ese tío! qué personaje.
Estando en ese lugar, no queda otra que ser muy comprensivo.

Carolina dijo...

Qué buen relato, doc!

Soledad dijo...

A veces adentro nuestro está vacío porque desde afuera ya no se puede escuchar nada. Porque todo lo que se pueda oír, lo usaremos en nuestra contra.

Magdalena dijo...

Será que el único camino es prostituírse.

Silvana dijo...

Es un final abierto. Lo que deduce Magdalena es personal.

el discípulo dijo...

Por ahora parece que la suerte que se ha encargado de Marito, ha sido la mala suerte.
Y nada indica que vayan a cambiar las cosas. No se puede delegar en la suerte la función de pensar.

Milred dijo...

Los primeros en delegar la función de pensar son los discípulos, Discípulo.

Gabriela dijo...

Ese chico no es adulto y ya está endeudado. Quiénes serán los responsables de esa deuda? Sus padres? Su educación basada en el castigo y la culpa? La ideología dominante? No importa, la cosa es que el muchacho precisa ayuda y no alcanza con esconderlo tras las rejas.