jueves, 21 de abril de 2011

La biblioteca de lo prohibido

El derecho es la ciencia que estudia los principios de justicia y orden que regulan nuestra convivencia. Su mayor dificultad está en interpretar los textos y al ser humano.

La palabra hermenéutica significa el arte de interpretar.

La palabra exégesis significa interpretación.

El verbo glosar significa comentar (interpretar) el significado de palabras, que es exactamente lo que estoy haciendo ahora.

Solemos quedarnos con la idea de que entendemos todo lo que oímos y leemos, pero no es tan así. Especialmente en algunos casos, interpretar da mucho trabajo aproximarse al significado más probable de un texto o un discurso.

Uno de esos casos en los que hacen falta la hermenéutica, la exégesis y la glosa, es en el derecho.

Habrán observado que cuando leemos el texto de una ley, nos quedamos con una cierta idea que puede ser igual, parecida o totalmente diferente de lo que opinan los abogados, los jueces y hasta el mismo legislador que la redactó.

Desde mi punto de vista, todo texto (o discurso) se resiste a la interpretación y si aspiramos a saber más de él, tenemos que dedicarle tiempo, inteligencia y esfuerzo.

Existen bibliotecas enteras con libros sobre el derecho, las leyes, la jurisprudencia y demás estudios afines a lo que en definitiva no son otra cosa que los criterios de convivencia que nos hemos dado para llevarnos bien, para no pelearnos, para evitar que otro ser humano nos haga daño.

Esas bibliotecas, esa cantidad de libros, tienen por tema central las miles de formas que existen para perjudicarnos mutuamente.

En suma: el derecho, como especialidad, como rama de saber, nos informa (generalmente en forma indirecta) la casi infinita cantidad de maldades propias de nuestra especie.

Si todos somos semejantes, informarse sobre derecho es una manera de conocer nuestras potenciales (o no tan potenciales) intenciones.

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8 comentarios:

Olga Terreiro dijo...

A veces la maldad me brota por los poros, como si de mi piel nacieran plantas que crecen sin la necesidad de regarlas.
Muy bien. Qué hacemos con eso. Tomar nota parece importante. Pero el riesgo sigue ahí, agazapado debajo de mi piel. Se diría que es como el gato emparedado de Poe, que se esconde junto al cadáver de su mujer. Horrible!
Y el Derecho no actúa como un chaleco de fuerza, porque los calecos de fuerza dejan la mitad del cuerpo al aire. Si hay un poco de aire, seguro que en algún momento me crecen las plantas.
En el barrio todos me saludan con tanta amabilidad... hasta copian el gesto decimonónico que hago al saludar, para contestarme de una manera completamente recíproca. Eso me da miedito. Es peor cuando nadie lo sospecha. Los agarrás a todos desprevenidos, y entonces te envalentonás.
A la maldad habría que arrancarla de raíz. Supongamos, si me brota maldad de un dedo, pues que se corte el dedo. Ojo por ojo y dedo por planta. Eso podría ser persuasivo. El problema es que podrían brotar vegetales por cualquier otro lugar de mi vasto órgano piel. Y podría terminar hecha picadillo. No lo sé. En definitiva... que sea lo que Dios quiera.

Gloria dijo...

Creo que con el tema de la ley de impunidad acá nadie entendió nada. No sé si será por la similitud de las palabras, pero con lo de la ley de imputabilidad tampoco se entendió nada. Parece que querían reformar la ley interpretativa de la ley de caducidad de la pretención punitiva del Estado. No sabía que existían leyes para interpretar otras leyes. Pensaba que las leyes se interpretaban desde la hermenéutica, así como ud dice, mediante la exégesis y la glosa. (En realidad es mentira que pensara todo eso porque recién aprendo que existe la palabra exégesis, pero bueno).
Vio que por la tele a una no le explican nada, y con tantas cosas para hacer no da como para andar preguntando.
Por otro lado no entiendo por qué juntan firmas para bajar la edad de imputabilidad si ya Unicef dijo que no se podía. Todo es bastante raro. Lo cierto es que ahora entran de sorpresa en los barrios donde están los delincuentes y siempre se llevan a alguno. Pero la gente dice que es poco efectivo porque tendrían que llevárselos a todos. Menos mal que a los barrios de gente de familia no vienen.
El mundo que nos toca vivir es tan peligroso, mire! Yo siempre le digo a mi hija "antes de traer un hijo al mundo, pensalo dos veces".

Rosina dijo...

Ayer, con motivo de las Pascuas, con mi novio nos pusimos a pensar en el tema de la virgen. Porque vio que ahora un montón de viejas casi quedan secas por subir al cerro del Verdún. Y mi novio llegó a la conclusión de que si Jesús tiene un libro, no puede ser que su madre fuera virgen. Yo me puse a pensar a qué libro se refería y no caía en la cuenta. Supuse que sería la Biblia, claro, pero me parecía que no, porque Jesús nunca tuvo es sus manos la Biblia. Así que hecho y derecho le pedí que me explicara. El muy bruto me trató de sorda porque resulta que él no había dicho libro, sino ombligo. No me imagino cómo pude escuchar libro si él dijo ombligo... Ahora que lo pienso, mi novio tiene razón, para qué iba a necesitar Jesús un ombligo!
Le digo todo esto porque usted está muy en lo cierto cuando dice que está mal suponer que uno entiende todo lo que oye o lee.

Gabriela dijo...

Una de las palabras más difíciles de interpretar es la palabra libertad.
Creo que la falta de entendimiento entre los que creemos en el determinismo y quienes creen en el libre albedrío, está en parte, porque metemos en el medio de la discusión a la palabra libertad.
Igual pienso que hay un problema más del orden de lo hermenéutico, que de lo ideológico y/o conceptual.

Morgana dijo...

Abogados y psicólogos se parecen bastante cuando se trata de interpretar algo.

la sanducera dijo...

Cuando un texto se te resiste, tenés que pelearla.
Si peleás y perdés el título, mas vale que confíes en un profesor particular.
Si el profesor particular no te enseña a luchar, al menos entrená y confía en que te responda el músculo. Si no podés nockear, tratá de ganarla por puntos.
El estudio es como el boxeo; el boxeo es como la vida misma.

Maristela dijo...

Para que alguien lea con la intención de interpretar correctamente lo que querés decir, con cuidado y detalle, tiene que pasar una cosa: que en la interpretación de ese texto se ponga en juego el cobro de una herencia, o algo parecido.

Rulo dijo...

Esas bibliotecas de libros sádicos, donde podés leer las miles de formas que existen para perjudicarnos mutuamente; esos libros que hablan de las maldades propias de nuestra especie...
Son un bajón man.