sábado, 23 de abril de 2011

El divorcio médico-paciente

Entre médico y paciente existe un divorcio inevitable porque tienen necesidades diferentes y pertenecen a contextos (circunstancias, situaciones, compromisos) muy distintos. Sin embargo el médico no tiene más remedio que parecer solidario.

Cuando perdemos la salud, nos sentimos mal y esta es una reacción saludable porque así funciona nuestro instinto de conservación: el fenómeno vida es conservado mediante estímulos penosos que nos obligan a buscar el alivio.

En este movimiento hacia el placer es que tratamos de buscar ayuda entre quienes practican el oficio de curar.

Las enfermedades que nos provocan gran preocupación y decaimiento (porque nos quitan energía, nos asustan, son desconocidas), vienen acompañadas de infantilismo.

Esto es, perdemos nuestra actitud firme, segura, responsable y somos poseídos por un ingobernable deseo de ser protegidos, acompañados, mimados.

Necesitamos delegar en otro nuestro problema.

Procuramos reproducir las escenas infantiles en las que nuestros padres nos prestaban más atención y cuidados, nos miraban con un gesto de preocupación, empatía, ternura... que volvemos a necesitar a cualquier edad cuando nos enfermamos.

En este contexto tan emocionalmente alterado, aparece la figura del médico, sobre el cual se depositan ciertas expectativas coherentes con los deseos de protección, curación, amor.

El profesional a su vez posee una cierta realidad y tiene prohibido salirse de un cierto contexto delimitado:

— por las normas propias de su profesión (corporación, gremio, sindicato),

— por las normas propias de la institución a la que pertenece (hospital, empresa proveedora de servicios de salud prepagos, proveedores de insumos tales como medicamentos, aparatos, herramientas);

— por las normas económicas según las cuales su trabajo debe producir ganancias que le permitan vivir dignamente, respetar los costos de su empleador, ajustarse a las posibilidades económicas del enfermo ...

... quien sólo quiere amor, comprensión, solidaridad, alivio, esperanza y volver exactamente al estado en que estaba antes de enfermar.

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9 comentarios:

Eloísa dijo...

El médico de cabecera puede brindar continentación, porque con estos médicos los pacientes han desarrollado un vínculo de mutuo conocimiento (a niveles diferentes, claro) a través de los años.

Filisbino dijo...

Algo tan 'sagrado' como la salud, está determinado por la economía. Esta realidad obvia se soslaya de mutuo acuerdo entre médico y paciente, hasta que la institución donde somos atendidos se encarga de poner los puntos sobre las íes, utilizando como pájaro de mal agüero al personal administrativo.

Oriente dijo...

Hay algo que es democrático: cuando los médicos se salen de la realidad, les pasa lo mismo que a los pacientes.

Alberto dijo...

Médico y paciente son mutuamente funcionales porque ambos se reúnen en torno a la búsqueda de la curación.

Lucas dijo...

El paciente se pone 'en manos del médico', pero en realidad si hace esto... quién sabe si tendrá suerte. Sería más razonable que tomara una postura activa, que confiara pero no ciegamente. Buscar una segunda opinión, en algunas situaciones puede ser vital. Cambiar de psiquiatra, por ej., puede implicar un cambio en el tratamiento farmacológico altamente favorable... o altamente desfavorable (hay que reconocerlo). Tan dramático puede llegar a ser este cambio que sucederá lo siguiente: si vas a la consulta del Dr. X, el martes a las 10hs, serás tratado como un neurótico; en cambio, si vas los miércoles a las 15hs con el Dr. Z, serás tratado como un psicótico. Así nomás.

Anónimo dijo...

Lo que dice Lucas no hace más que provocarme desasosiego.

Estévez dijo...

Habitualmente nos ubicamos frente al médico en actitud de respeto, subordinación, escucha, obediencia, humildad... Nos portamos como el hijo perfecto; ese hijo que se pone tan perfecto, no de bueno que es, sino porque está aterrado y sabe que su padre es el dueño de su destino.
Pero nos dejamos engañar por la realidad. Ya no somos niños, ni el médico ni papá tienen poderes mágicos y por más obedientes que seamos estamos expuestos a fracasar en nuestra lucha por recuperar la salud.

Lola dijo...

Algunos médicos se la juegan y saben responder ardientemente a nuestras solicitudes de amor...

Damián dijo...

Las y los enfermeros toman la posta y cuando se retira el médico vienen y te dicen "cómo está abuelo? a ver esa heridita... humm, pero qué linda está quedando!". Entretanto el viejo se incorpora con cuidado para no sentir tirones de ninguno de los 30puntos que le atraviesan el pecho, y no sabe si meterle un manaso en el culo a la susodicha o decirle que vaya a mirarle las heridas al abuelo de Heidi.
Así y todo, de no aceptar las infantilizadoras reglas del juego, te convertirás en el viejo insoportable de la sala 8b. Así que cada cual evalúa y se coloca la careta que le quede más cómoda.