jueves, 14 de abril de 2011

Conocerse y responsabilizarse habilita más poder

Es moralmente válido utilizar la psicología como arma defensiva y como herramienta persuasiva, si dejamos de ignorar irresponsablemente nuestros verdaderos deseos, propósitos, mezquindades.

Para poder beneficiarnos de la psicología como arma (1) es preciso no demonizar algunos rasgos que nos caracterizan pero que nuestra cultura ha tratado de condenar, descalificar y adjetivar como malos, pecadores e impíos.

Si quitamos esta reacción cultural, podremos transformar la psicología en una herramienta.

Una comparación humorística dice «más peligroso que un mono con metralleta».

Efectivamente, el animalito quizá se divierta por el tableteo de los disparos, le haga cosquillas sentir cómo el arma trepida entre sus manos y tenga curiosidad al ver que tanta gente pierde la estabilidad hasta caer.

La percepción de que esa escena podría ser cómica ocurre porque se produce un corto circuito en nuestro inconsciente, entre lo que realmente hacemos y lo que nuestra conciencia nos prohíbe hacer.

Cuando los humanos nos esforzamos en negar ciertas características nuestras que son peligrosas para los demás y para nosotros, nos estamos convirtiendo (… o «permaneciendo», si tenemos en cuenta la teoría evolucionista de Darwin) en monos homicidas inimputables (no condenables por la ley dada nuestra ignorancia, inconsciencia, ingenuidad).

Esta afirmación se fundamenta en que las acciones de ignorar, negar, ocultar y olvidar, dan por resultado exactamente lo mismo: la posibilidad de cometer errores de gravedad imprevisible, bajo los efectos de una especie de ceguera e irracionalidad que son naturales en un animal no humano.

La actitud más rentable, consiste en:

1º) Aceptarnos como somos, sin imaginarnos tal como nos dicen que deberíamos ser («conócete a ti mismo»); y

2º) Con la responsabilidad obtenida al no ignorar nuestras intenciones, deseos y debilidades, podemos utilizar al máximo las ventajas de la psicología como herramienta para conocer, influir, persuadir, vender, gobernar, delegar.

(1) La psicología como arma

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9 comentarios:

Verónica dijo...

Ignorar las verdaderas intenciones de uno es lo más fácil del mundo. A mí me pasa que cuando me voy deslizando hacia lo que no debo hacer, porque me perjudica, intento que tome la iniciativa el otro. De esta manera luego podré decirme a mi misma: no fue mi culpa, fue esta otra persona la que me incitó.
Esta forma de autoengaño, me libera momentáneamente de sentir que la torpeza fue mía, pero me abona el campo para que cometa muchos más errores.

Filisbino dijo...

Todos, en mayor o menor medida, utilizamos la psicología para vincularnos con los demás, desde nuestra más tierna infancia. Observemos lo manipuladores que son los niños. Nosotros también lo fuimos, y en general seguimos siéndolo. El asunto está en no manipular en contra de uno mismo ni de los demás. Difícil tarea, aunque a la larga nos traerá satisfacciones.

Grafito Paredes dijo...

Es más útil quien te dice aquello que no quieres escuchar, que quien te alaga el oído.

Sandra39 dijo...

Queremos bajar la ley de imputabilidad porque tenemos más de 16 años.
Aunque lo cierto es que en Uruguay los menores son imputables desde los 13 años (los encerramos para 'rehabilitarlos', desde los 13 años).
El que esté libre de ser juzgado, que tire la primera piedra.

Elbio dijo...

El amor verdadero tiene perfil bajo.

Manuela dijo...

Los actos de ignorar, ocultar, negar y olvidar, muchas veces son penados por la ley. Si tu estructura psíquica es la de un sociópata, eres candidato seguro.
Por el contrario, si tuviste la suerte de ser neurótico, podrás ignorar, ocultar, negar y olvidar, con mucho más desparpajo.
En el primer caso (sociópatas), el castigo biene de afuera. En el segundo (neuróticos), el castigo lo generamos nosotros mismos.

Eduardo dijo...

La conciencia es más evolucionada que el inconsciente; por eso nos da tanto trabajo acarrear nuestros contenidos psíquicos hasta donde está ella.

Joe Black dijo...

Las pasiones nos hacen sentir vivos pero pueden conducirnos hacia la muerte.

Norton dijo...

Dado el grado de evolución de los seres humanos en la actualidad, eliminar la mezquindad sería completamente utópico. Lo que podemos hacer es tratar de atemperarla.