sábado, 16 de abril de 2011

Ciertos infortunios son indirectamente placenteros

Algunos problemas reiterados (pérdidas, accidentes, fracasos), tienen por causa un deseo de sufrir que nos cuesta imaginar y aceptar como propios.

Todos entendemos que el placer y el dolor son sensaciones opuestas, una deseable y la otra indeseable y que si está una no puede estar la otra.

Para nuestra inteligencia, placer y dolor son vivencias cualitativamente opuestas. Se excluyen.

Complementamos esta polarización diciendo que el placer es bueno y que el dolor es malo.

También pensamos otra cosa respecto a este tema: existe un conjunto de personas que patológicamente buscan sufrir. Son los llamados masoquistas.

La coherencia nos induce a pensar que un masoquista está enfermo porque una persona normal jamás desearía sufrir.

Con este conjunto de saberes, certezas o creencias, andamos por la vida suponiendo que repudiamos el dolor y que amamos el placer. Estas afirmaciones las realizamos con el énfasis que se merece cualquier convicción firme, indudable, categórica.

Por otro lado, ocurren otras cosas en nuestra vida que ni las sospechamos vinculadas con los asuntos del placer y del dolor.

Y acá sí ocurre algo que se parece mucho a un vicio, entendiendo por tal, una práctica que nos da un placer inmediato pero escasamente duradero y que al finalizar el efecto, sobreviene un cierto malestar (angustia, dolor de cabeza, agotamiento).

Otra característica infaltable en todo vicio es que el vicioso no puede abandonarlo voluntariamente, salvo escasas excepciones.

Creer que rechazamos enérgicamente el dolor puede ser el determinante para que ciertas circunstancias penosas que se nos repiten a lo largo de la vida (pérdidas, accidentes, fracasos), nunca dejen de ocurrir.

En suma: muchos humanos normales (no masoquistas), parecen enviciados con la obtención de ciertos sufrimientos, no pueden creerse capaces de esa preferencia y es por eso que las circunstancias proveedoras del anhelado dolor nunca dejan de ocurrir.

Artículos vinculados:

Dolor sin masoquismo

El masoquismo

La pareja ideal

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9 comentarios:

Anónimo dijo...

el placer tampoco deja de ocurrir y así andamos...

Laureano dijo...

Hace bien poco, comenzó a funcionar en mi barrio el MA (masoquistas anónimos). Los que formaron el grupo fundacional ya se conocían todos entre ellos. Sabían bien que iban a fracasar porque ninguno era lo suficientemente constante como para ir todos los domingos. Pero no contaron con el boca a boca. Así fue que yo me enteré de este nuevo servicio a la comunidad, e inmediatamente lo abracé lleno de fe en el futuro. Al principio me recibieron con curiosidad. Luego mi presencia los obligó a reconocer que mi caso era peor que el de ellos y eso los puso mal. Ningún masoquista se contenta cuando existe otro masoquista peor. Además el grupo continuaba funcionando porque yo iba siempre, sobre todo cuando más llovía o más frío hacía. Esto nos revitalizaba porque nos sentíamos muy desgraciados al funcionar en un lugar pobre, frío y oscuro. Gracias a esta circunstancia inesperada, fui encontrando un lugar en el grupo: todos deseaban matarme para que no fuera más, pero nadie se animaba. Así es que de a poco, se puede decir que vamos tomando arraigo. Yo creo que dentro de veinte años seremos un referente más en la comunidad.

Fulgencio dijo...

Sé que puedo enviciarme con la Desgracia, así que dentro de lo posible, visito a sus hermanas.

Iris dijo...

Cuando él le grita a ella "no me rompas las pelotas", sabe que volverá a gritarlo incontables veces, y por eso tiene sentido.

Oriente dijo...

Si se quiere, extranjerizar la tierra también es masoquista. Cuando nuestros representantes tomaron cartas en el asunto, la avenida Propios pasó a llamarse José Batlle y Ordóñez.

Tiago dijo...

Placer y Dolores conviven. En el reparto, al Placer le tocó todo lo bueno y a Dolores todo lo malo. Por eso ellos saben que no les conviene hacer separación de bienes; así van tirando.

Ingrid dijo...

No repudiamos al dolor porque es el que nos orienta a buscar el placer.

Daniela dijo...

Una tiene la necesidad de engancharse siempre con los mismos problemas, para bajar la angustia.
(los problemas nuevos son muy movilizadores).

Norton dijo...

Ama el placer quien cree que lo merece.