jueves, 7 de abril de 2011

De qué dependen la valentía o la cobardía

La valentía o la cobardía son respuestas incontrolables de nuestro cuerpo enfrentado al peligro.

A partir de la primavera nórdica de 1942, el gobierno alemán comenzó un plan de exterminio del pueblo judío que tenía como objetivo final, terminar con ese pueblo. Históricamente se lo conoce como el Holocausto del pueblo judío.

Este hecho le costó la vida a más de seis millones de personas.

La tragedia es tan conmovedora que ha dado lugar a muchas reflexiones sobre qué fue lo que ocurrió, entre otros motivos para que no vuelva a ocurrir.

No faltaron voces de reproche hacia la cobardía de las víctimas, que se dejaron encerrar, torturar y matar como si fueran corderos.

Esta interpretación de los hechos es poco difundida porque ocupa los mayores espacios la condena al régimen nazi y las condolencias hacia los mártires.

Sin embargo, parece cierto que, con excepción de una resistencia manifestada en la ciudad de Varsovia, el resto de los judíos tuvieron una actitud sumisa que facilitó grandemente la tarea de los atacantes y la justificación ideológica del gobierno alemán.

Desde mi punto de vista, nadie es valiente o cobarde voluntariamente. Nuestro cuerpo, nuestra respuesta anátomo-fisiológica a un ataque, peligro o amedrentamiento, no dependen de lo que el sujeto quiera hacer sino que la reacción corporal se le impone, ya sea huyendo, atacando o sometiéndose.

Lo que sí ocurre es que cuando todo ha vuelto a la normalidad, otras personas con acceso a los medios de comunicación, describen la situación incluyendo evaluaciones según su criterio y desde una cómoda butaca sin nadie que lo amenace.

En suma: los adjetivos de valiente o cobarde sólo tienen sentido para quienes creen que los individuos hacen lo que quieren en cada situación. Nadie sabe a priori cómo reaccionará (su cuerpo) ante un peligro real.

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11 comentarios:

Sandra39 dijo...

Creo que el ejemplo del pueblo judío no es del todo adecuado porque no es posible creer, que tantas personas hayan tenido esa respuesta por motivos fisiológicos. En este caso tendríamos que analizar las consecuencias de la dispersión geográfica del pueblo judío, de sus creencias religiosas, su cultura, y un montón de aspectos más que desconozco.

Efraín dijo...

En una entrevista que le hicieron a Juceca, se le preguntó si su apariencia tan similar a la del Quijote, conllevaba algún parecido en el carácter. Juceca contestó algo así: dijo que su bisabuelo, su abuelo y su padre se apellidaban Castro, como él. Y que su bisabuelo era colorado y había luchado en Masoller, aunque tenía un retrato de Aparicio Saravia, porque era un hombre muy gaucho.
Motivos sobrados para considerar un notable parecido entre Juceca y el Quijote.

Norton dijo...

Somos cuerpos, y los cuerpos reaccionan como pueden.

Morgana dijo...

Para que los informativistas tengan una actitud más comprometida, deberían dar las noticias de pie, sobre una alfombra de clavos. De esta manera la concentración mental les impediría divagar con tanta liviandad.

José dijo...

Siempre me fastidiaron los críticos que evalúan desde afuera y con supuesta objetividad, aquello que otros hicieron desde sus entrañas.
Eso no quita que esas personas sean necesarias, porque el aporte desde el que no está implicado, puede brindar un 10% de material útil.

Ángel dijo...

No hago lo que quiero, pero el hecho es que soy cobarde. Claro que hay motivos para ello, como hay motivos para todo o casi todo, pero eso es algo aparte. Lo primero que debo hacer es asumir mi cobardía, de modo que pueda hacer algo con ella, algo como intentar ir superándola dentro de lo posible.
Sí estoy de acuerdo en que llamar a alguien cobarde, con un tono despectivo, es un gran error. Si le decimos a alguien cobarde, tiene que ser con tristeza y dulzura. Es más, deberíamos decir que lo lamentamos y que estamos dispuestos a ayudarlo en la medida de nuestras posibilidades.

Anónimo dijo...

Fui una sometida hasta que empecé a tomar T4 y me hice de un amante.

Luján dijo...

Los judíos, y luego los cristianos rezaban : "Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, danos la paz".
Las críticas alusivas a que los judíos se comportaron como corderos, no tienen en cuenta sus creencias religiosas.

Andrés dijo...

Es frecuente que un padre le diga con severidad a su hijo varón: tienes que ser valiente!
No sé si eso ayuda, pero por experiencia propia, sé que causa mucha angustia.

Gabriela dijo...

El estado de shock puede confundirse con cobardía, lo mismo puede suceder con el estrés post- traumático. Y al fin y al cabo, qué es la cobardía? La describimos por sus síntomas visibles e ignoramos los que parten del funcionamiento orgánico. Sería más productivo definirlos a partir de este segundo criterio.

Anónimo dijo...

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