sábado, 30 de abril de 2011

El autocastigo tranquilizador

El autocastigo, el asumir culpas injustamente e intentar pagar por ellas, aporta el beneficio de imaginar que podemos controlar el azar, los accidentes casuales y en definitiva, las pérdidas y la muerte sorpresivas.

Otras veces he mencionado (1) que los humanos tenemos algunas características que el mismo sentido común se encarga de ocultar.

Dicho de otra forma, cuando nuestro inconsciente quiere gozar clandestinamente, se las ingenia para que la conciencia vea el acto placentero como desafortunado (enfermedad, pérdida, dolor). El sujeto no puede creer que algo de él lo provocó.

En esta línea son bastante conocidos los actos fallidos y ya muchas personas han incorporado a su sentido común que si algo imprevisto me impide visitar a mi madre ... es porque en el fondo de mi corazón no quería verla ... aunque el mismo sentido común insista en decir «¿cómo piensas que no desearías ver a tu mamá, con lo mucho que la quieres?».

También han ganado popularidad los lapsus. Si alguien dice «Nos hemos preocupado de proteger la contaminación...», seguramente quiso decir todo lo contrario pero su inconsciente fue más sincero y lo obligó a confesar la verdad.

Algo menos conocido es por qué nos resulta placentero y conveniente asumir culpas que objetivamente no nos corresponden.

Por ejemplo, si somos asaltados por un maleante, en pleno duelo por la conmoción que nos provocó el incidente, se nos ocurre decir con tono severo «yo no tendría que haber pasado por ahí», «fui imprudente, es mi culpa», «no me explico cómo tengo este tipo de descuidos».

El beneficio está en que de esa manera la víctima puede construir la hipótesis de que su ocasional mala suerte está bajo control y gana en tranquilidad (alivia la angustia) imaginando que no volverá a ocurrirle.

Este alivio lo obtiene al costo de auto-culparse injustamente.

(1) Ciertos infortunios son indirectamente placenteros

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13 comentarios:

Milred dijo...

Nunca lo había pensado. Cuánta razón tiene!

Eduardo dijo...

Es bastante común que los padres asumamos la culpa de la mala relación con nuestros hijos. Puede que sea como ud dice, que lo hacemos para sentir que podemos controlar algo que para nosotros es tan importante.

Beatriz dijo...

Otra forma de sentir que se puede tener bajo control cualquier tipo de desgracia es contratando seguros.

Jazmín dijo...

Si me autoculpara por descuidada no lograría aliviarme porque sabría que en otra oportunidad, inevitablemente volvería a serlo.

Evaristo dijo...

Cuando nos divorciamos comentamos con nuestros amigos que fue un error habernos unido a esa persona.

Martín dijo...

Siempre sueño con que algo imprevisto me impida seguir viviendo con mi madre. De aquí a mi muerte.

Graciana dijo...

No nos vestimos sólo para protegernos del frío o para cuidarnos del sol. Lo hacemos para ocultarnos. La verdad desnuda es muy chocante.

Nemo dijo...

Algunas se visten para no ser tan choqueantes.

Yamandú dijo...

En el fondo del corazón seguramente habiten seres desconocidos.

Natalia dijo...

Así que por eso era que no podía dejar de sentirme culpable...

Raúl dijo...

Hay que ser muy macho para no confesar una verdad inconfesable.

Ramón dijo...

Aunque la pérdida no sea sorpresiva, la quiero controlar también.

Gerónimo dijo...

Tener un auto que sea un castigo, te obliga a asumir una cuota fija de mecánico.